Por un instante, Midtown Manhattan se detuvo. Eran cerca de las 6:30 de la tarde del lunes cuando los disparos rompieron el bullicio habitual de Park Avenue. En la torre 345, un edificio que encarna el poder corporativo de Nueva York con oficinas de la NFL, Blackstone y KPMG, un hombre armado irrumpió con un rifle M4. En minutos, cuatro personas habían muerto. La quinta estaba al borde.
El atacante, Shane Devon Tamura, de 27 años, caminó con frialdad por el vestíbulo con el arma en la mano derecha, como muestran las cámaras de seguridad. No hubo gritos ni advertencias. Solo plomo.
Un ataque meticulosamente planeado, pero con un error de piso
La primera víctima fue un policía fuera de servicio que trabajaba como guardia de seguridad: Didarul Islam, un inmigrante bengalí, padre de dos hijos y con uno más en camino. Recibió un disparo mortal antes de poder reaccionar. Tras él, una mujer y un hombre también cayeron bajo la ráfaga. Los testigos, atónitos, describieron el sonido de los cristales estallando y los gritos de auxilio.
Everyone.
Drop a ❤️ to pay tribute to Didarul Islam who was identified as a 36 year-old NYPD officer that was shot and killed today in New York.
My heart goes out to him and his family! 🙏🏾 pic.twitter.com/CCnQSevZzu
— Lucas Sanders 💙🗳️🌊💪🌈🚺🟧 (@LucasSa56947288) July 29, 2025
Pero Tamura no había terminado. Tomó el ascensor y, con la misma serenidad con la que entró, subió al piso 33. Se equivocó de objetivo. Su intención era llegar al quinto nivel, donde se encuentran las oficinas de la NFL, la organización con la que mantenía una obsesiva fijación. En su bolsillo, las autoridades hallaron un manifiesto de tres páginas donde hablaba de su sufrimiento por la encefalopatía traumática crónica (ETC), un padecimiento neurológico vinculado a los impactos repetidos en la cabeza, común en jugadores de fútbol americano.
“No puedes ir contra la NFL, te aplastarán”, escribió Tamura. La frase resume su obsesión: responsabilizaba a la liga de su deterioro mental, de la pérdida de su carrera deportiva y, en última instancia, de su vida.
El piso 33 pertenecía a Rudin Management, la empresa inmobiliaria dueña del edificio. Allí, Tamura abrió fuego nuevamente, mató a una cuarta persona –una mujer– y luego se disparó en el pecho. Murió minutos después. Su cuerpo fue hallado junto a su rifle.
On 7/28/25, Shane Tamura, identified as the perpetrator in a tragic shooting in New York, fatally shot an NYPD officer and wounded another before taking his own life.
The first image/vidoe depicts Shane Tamura during his high school years.
The second image shows Shane Tamura… pic.twitter.com/kWXWV4CUaq
— ♡Land Of ILLUSION♡ (@Landofillusion1) July 29, 2025
ETC, fútbol americano y obsesión: las piezas del rompecabezas
Shane Tamura había llegado ese mismo día a Nueva York, tras cruzar el país desde Las Vegas en coche. Había jugado fútbol americano en Granada Hills y Golden Valley, pero su carrera se truncó tras una lesión cerebral. Según sus publicaciones en redes, culpaba a la NFL de ignorar los efectos devastadores de la ETC.
“Cuando lo conocí, era un gran compañero de equipo. Disfrutaba mucho del deporte, nada problemático”, dijo un excompañero de la secundaria a la cadena KABC. Otro amigo de la infancia lo recordó como un “buen chico y buen deportista”. Ninguno había tenido contacto con él en años.
La comisionada de policía, Jessica Tisch, confirmó que el atacante actuó solo y tenía un historial documentado de enfermedades mentales. El FBI no halló vínculos previos con grupos violentos, ni antecedentes criminales. “La ciudad está de luto por las vidas inocentes perdidas”, dijo en una conferencia de prensa esa noche.
Entre las víctimas mortales se encuentra también un empleado de Blackstone. Un trabajador de la NFL resultó gravemente herido, aunque se reportó fuera de peligro. En respuesta, se reforzó la seguridad en todo el edificio.
El adiós a un héroe
La noche cerró con un gesto solemne. Frente al Hospital Bellevue, una línea de policías y funcionarios se formó para rendir homenaje al agente Islam. Manos al corazón, saludos militares, rostros sombríos. Era el tributo a un hombre que murió protegiendo.
Shane Tamura murió buscando algo que ya no podía darle sentido a su vida. En su mente, la ETC era la causa y la NFL, el enemigo. Pero al final, su última jugada dejó cinco familias rotas, una ciudad herida y una nueva cicatriz en la historia de los tiroteos masivos en Estados Unidos.