Al menos 25 personas murieron y más de 50 resultaron heridas tras una serie de ataques aéreos rusos en Ucrania, durante la noche del 28 al 29 de julio, informaron autoridades regionales. La región de Zaporizhia fue uno de los principales objetivos, donde un bombardeo impactó una prisión en Bilenkivska, provocando numerosas víctimas.
El presidente Volodímir Zelenski calificó el hecho como un ataque deliberado contra civiles, afirmando que “los rusos sabían que estaban bombardeando infraestructura no militar”. Las autoridades ucranianas informaron que en el penal se encontraban 274 personas detenidas y 30 empleados trabajando, sin presencia de prisioneros de guerra rusos.
El defensor del pueblo ucraniano, Dmytro Lubinets, denunció una grave violación del derecho internacional humanitario, señalando el ataque como una nueva prueba de crímenes de guerra cometidos por Rusia. A su vez, la Fuerza Aérea de Ucrania indicó que durante la ofensiva se lanzaron dos misiles y 37 drones, de los cuales 32 fueron derribados.
Las regiones de Dnipropetrovsk y Járkiv también sufrieron bombardeos. En la ciudad de Kamyanske, un misil causó la muerte de dos personas, dejó cinco heridos y dañó un hospital. En el distrito de Synelnykivskiy, una mujer de 75 años falleció por drones explosivos y bombas guiadas, mientras que en Kupiansk un ataque con cohetes dejó otra víctima mortal.
Del lado ruso, un ataque con dron ucraniano mató a una persona en la región de Rostov, además de dañar trenes en la estación de Salsk, según el gobernador interino Yuri Slyusar.
Mientras la ofensiva rusa continúa avanzando, el ejército de Moscú anunció la toma del asentamiento de Maliyevka en Dnipropetrovsk. En respuesta, el presidente de EE.UU., Donald Trump, advirtió que Rusia tiene “10 o 12 días” para cesar el conflicto o enfrentará nuevas sanciones económicas y militares.
Las autoridades ucranianas insisten en que estos ataques violan el derecho internacional y piden mayor presión internacional contra el régimen de Vladimir Putin.