A pesar de su delicado estado de salud y de haber estado ausente en todos los ritos de la Semana Santa, el papa Francisco se presentó este domingo en la logia central de la Basílica de San Pedro para dar la bendición Urbi et Orbi, desde donde lanzó un mensaje contundente a favor de la paz mundial y en contra de la carrera armamentista.
“Queridos hermanos y hermanas, ¡feliz Pascua!”, exclamó con voz apenas audible ante miles de fieles congregados en la Plaza de San Pedro, en el día más importante para el mundo cristiano. El pontífice, convaleciente tras cinco semanas de hospitalización por una afección respiratoria, no leyó personalmente su mensaje pascual, el cual fue transmitido por el maestro de las Ceremonias Litúrgicas Pontificias, Diego Ravelli. No obstante, su presencia –aunque visiblemente debilitada– fue recibida con emoción por los presentes.
El Papa Francisco se asomó a la Plaza de San Pedro para la bendición del Urbi et orbi. Mientras sigue su recuperación, el faro moral y espiritual del mundo se apareció para desearle a todos unas Felices Pascuas. Es una alegría enorme ver como está sanando. El Jefe está cada vez… pic.twitter.com/DKiCPuzZdN
— Martín Dandach (@MartinDandach) April 20, 2025
Tras la bendición, recorrió la plaza en el papamóvil durante 15 minutos, deteniéndose para saludar y bendecir a niños. Se estima que unas 50 mil personas acudieron a la celebración, que fue presidida litúrgicamente por el cardenal Angelo Comastri.
Paz, solidaridad y fin de los conflictos
El mensaje de Francisco se centró en un llamado urgente a la paz. Lamentó la violencia que azota al mundo, la indiferencia ante los más vulnerables y el desprecio hacia migrantes y marginados. “Cuánta voluntad de muerte vemos cada día… cuánta violencia percibimos… cuánto desprecio se tiene hacia los más débiles, los marginados y los migrantes”, dijo.
Con especial énfasis, condenó la “carrera general para el rearme” y exhortó a las naciones a redirigir sus recursos hacia el combate al hambre y la promoción del desarrollo. “La paz tampoco es posible sin un verdadero desarme. La exigencia de defensa no puede transformarse en una carrera general al rearme”, advirtió.
Firme llamado por Gaza, Ucrania y otros territorios en conflicto
Francisco expresó su profunda preocupación por la “dramática e indigna crisis humanitaria” en Gaza y el sufrimiento de cristianos en Palestina e Israel. Pidió un alto al fuego, la liberación de rehenes y ayuda humanitaria urgente para una población “hambrienta que anhela un futuro de paz”.
También condenó el antisemitismo creciente a nivel mundial y abogó por la protección de las comunidades cristianas en regiones en conflicto como el Líbano, Siria y Yemen. Sobre esta última, denunció que vive “una de las peores crisis humanitarias prolongadas del mundo”.
En su tradicional repaso de los conflictos globales, Francisco rogó por la “martirizada Ucrania”, deseando que “Cristo resucitado infunda el don pascual de la paz” y que se logre “una paz justa y duradera”. Asimismo, pidió un acuerdo definitivo entre Armenia y Azerbaiyán, y soluciones pacíficas para los Balcanes, África –especialmente el Congo, Sudán, Sudán del Sur, el Sahel y la Región de los Grandes Lagos– y Myanmar.
El #PapaFrancisco recorre en el papamóvil los distintos sectores de la Plaza de San Pedro tras la bendición “Urbi et Orbi” en este Domingo de Resurrección. pic.twitter.com/XzjMoNz3cT
— Vatican News (@vaticannews_es) April 20, 2025
Una esperanza activa
Más allá de las denuncias, el papa ofreció una visión esperanzadora y comprometida. Recordó que la resurrección de Cristo representa la victoria de la luz sobre la oscuridad y del amor sobre el odio. “El mal permanecerá, pero ya no tiene poder sobre quien acoge la gracia de este día”, afirmó.
En su mensaje final, hizo un llamado a liberar a los prisioneros de guerra y presos políticos, e instó a la comunidad internacional a no ceder al miedo ni al aislamiento. “Estas son las armas de la paz: las que construyen el futuro, en lugar de sembrar muerte”, concluyó.
Con palabras frágiles pero firmes, Francisco dejó en claro que el mensaje pascual no es solo una celebración litúrgica, sino una invitación urgente a construir un mundo donde “ya no se oiga el estruendo de las armas ni los ecos de la muerte”.