Ecuador atraviesa una de las peores crisis energéticas de su historia debido a la falta de lluvias, lo que ha afectado gravemente la producción de energía hidroeléctrica. El presidente Daniel Noboa reconoció que el país está sumido en el “caos” y que la situación es “mucho peor de lo esperado”. Esta sequía, la más grave en los últimos 60 años, ha llevado a cortes de energía de hasta 14 horas diarias en 20 de las 24 provincias del país, afectando a millones de ecuatorianos en ciudades como Quito y Guayaquil.
Los apagones se implementan en tres franjas horarias: por la mañana, tarde y noche. En los casos más severos, los hogares y negocios tienen solo cinco horas de electricidad al día. Además, la crisis energética se agrava con el racionamiento de agua potable, con cortes de hasta 20 horas diarias en al menos nueve provincias.
El déficit de generación eléctrica, que alcanza los 1.100 megavatios, se debe a la sequía que ha afectado las principales centrales hidroeléctricas del país, en especial el embalse de Mazar, que alimenta a las centrales de Paute, Molino y Sopladora.
Estas plantas generan más del 50% de la electricidad que requiere el país, pero el nivel del embalse está en una situación crítica, apenas cuatro metros por encima del mínimo necesario para operar. A pesar de algunas lluvias esporádicas que incrementaron el nivel del embalse en 20 centímetros, el ministro de Energía, Antonio Goncálves, advirtió que estas mejoras son insuficientes.
La generación de energía en Ecuador depende en un 72% de la hidrología, lo que hace que la nación esté a merced de las condiciones climáticas. El gobierno ecuatoriano continúa implementando medidas urgentes para enfrentar la crisis, mientras la población enfrenta apagones prolongados y racionamientos que impactan tanto en la vida diaria como en la economía del país.