Donald Trump, el controvertido político republicano, sorprendió al mundo político al realizar un mitin en el Bronx, Nueva York, un territorio tradicionalmente demócrata, donde reavivó su retórica antiinmigración frente a una multitud fervorosa de partidarios.
En un evento que duró aproximadamente hora y media, Trump hizo hincapié en temas candentes como la inmigración ilegal, prometiendo una “deportación criminal sin precedentes”. Sus palabras provocaron reacciones encontradas en una comunidad diversa, con más de la mitad de la población hispana y un cuarto afroamericana.
En una zona donde más del 50% de los habitantes son de ascendencia hispana y más del 25% son de origen afrodescendiente, el candidato republicano para las próximas elecciones presidenciales afirmó que “millones” de migrantes están abandonando las prisiones de sus países, ingresando ilegalmente a Estados Unidos y perpetrando “crímenes migratorios”.
Mientras algunos manifestantes expresaron su apoyo entusiasta a Trump, otros lo criticaron por su enfoque polarizador y su historial de comentarios controvertidos. La representante estatal demócrata Amanda Séptimo lamentó la visita del expresidente, señalando que los residentes del Bronx esperan más que retórica vacía.
La visita de Trump al Bronx coincide con un importante momento en su vida política: enfrenta un juicio penal que podría convertirlo en el primer expresidente condenado penalmente en la historia de Estados Unidos. Esta situación añade una capa adicional de tensión a su regreso al Bronx, un bastión demócrata.
El Bronx, un distrito políticamente influyente en Nueva York, ha sido tradicionalmente favorable a los demócratas, con altos porcentajes de votos para candidatos como Barack Obama y Joe Biden. La visita de Trump pone en relieve la polarización política que persiste en Estados Unidos, incluso en áreas históricamente liberales.