Las oficinas de votación en el Extremo Oriente ruso abrieron el viernes, marcando el inicio de las elecciones presidenciales que se extenderán hasta el domingo. Este proceso electoral se desarrolla en medio de una intensa represión y tensiones geopolíticas, con Putin buscando un quinto mandato.
Las elecciones se llevan a cabo en un contexto donde los medios independientes y los grupos de derechos humanos enfrentan represión, y Rusia se ve inmersa en un conflicto en Ucrania. A pesar de la poca incertidumbre sobre el resultado, la oposición dispersa llama a la protesta mediante la participación en las urnas el último día de votación.
Los ciudadanos emitirán su voto durante tres días en los colegios electorales distribuidos en los 11 husos horarios del país, incluidas las regiones de Ucrania anexionadas por Rusia. Sin embargo, las opciones reales se ven limitadas, ya que los opositores políticos de Putin están encarcelados o exiliados, y los candidatos en la papeleta siguen la línea del Kremlin.
La votación en áreas ucranianas ocupadas por Rusia ha sido condenada por Ucrania y Occidente, mientras que la exclusión de ciertos candidatos ha suscitado críticas sobre la falta de opciones genuinas para los votantes. A pesar de las limitaciones, la oposición insta a los descontentos a participar como forma de protesta contra el régimen de Putin.