Las autoridades nigerianas confirmaron que la letal incursión aérea tuvo lugar en Tudun Biri, estado de Kaduna. Esta estaba dirigida contra grupos armados, pero resultó en la pérdida de vidas de civiles inocentes que festejaban el Mawlid al-Nabi. Esta lamentable situación resalta la preocupante frecuencia de ataques aéreos mal calculados en la nación africana.
Desde 2017, más de 400 civiles han perdido la vida en acciones aéreas destinadas a combatir la violencia extremista en el norte del país. El ejército, enfrentando una década de conflictos, a menudo involucra drones en operaciones que lamentablemente afectan a la población civil.
El presidente de Nigeria, Bola Tinubu, expresó su consternación por el “incidente muy desafortunado, preocupante y doloroso” y ordenó una investigación completa. Sin embargo, las investigaciones anteriores han estado envueltas en secretismo, y la falta de consecuencias para los errores cometidos por las fuerzas de seguridad ha generado críticas y escepticismo.
Analistas destacan la proliferación de drones en las agencias de seguridad nigerianas y la ausencia de protocolos claros para su uso. La falta de coordinación y la falta de castigos contribuyen a una situación donde los civiles pagan el precio de la incompetencia y la falta de diligencia debida.
Este trágico suceso se suma a una serie de incidentes similares, lo que destaca la necesidad urgente de estrategias efectivas para evitar ataques aéreos mal calculados y proteger a la población civil en medio de los conflictos internos del país.