Aunque el mundo puede analizar las consecuencias internacionales del nuevo acercamiento entre Estados Unidos y Cuba, mucho será determinado por el debate político interno estadunidense y la forma en que La Habana maneje una esperada apertura.
Mientras algunos legisladores republicanos anunciaron de inmediato su oposición y el sostenimiento del embargo económico impuesto hace medio siglo, se puso de relieve también que para muchos estadunidenses Cuba ya no es una amenaza y el tamaño de la apuesta del presidente Barack Obama es amplia.
En lo doméstico, indicó The Washington Post, “los estadunidenses están cada vez menos preocupados de que el país isleño sea una amenaza para EU”.
En lo externo, pondrá a prueba la afirmación favorita de los opositores del embargo: que la imagen y realidad de un enemigo externo del tamaño de EU ha sido un argumento en favor del gobierno cubano. Al quitar la amenaza, se ahuyenta también el espectro de enemistad agresiva.
Al mismo tiempo, para los cubanos implica la posibilidad de mejorar una economía golpeada por las crisis de sus antiguos benefactores, Rusia por un lado y Venezuela por otro, y la limitada ayuda que puede brindarle la asociación económica con Brasil.
Lo que parece el final del penúltimo capítulo de la Guerra Fría comenzó a escribirse el miércoles con el anuncio paralelo de los presidentes Barack Obama y Raúl Castro sobre la reanudación de relaciones diplomáticas y económicas.
Y con ello el reconocimiento por el gobierno Obama, tras 54 años y 58 días, que el embargo económico establecido por el presidente John F. Kennedy para presionar por la “democratización” del régimen cubano fue una política fallida.
El anuncio provocó una tormenta en sectores conservadores y cubano-estadunidenses, pero hubo al menos el sorpresivo acuerdo del senador Rand Paul, aspirante a la candidatura presidencial republicana en 2016. “Simplemente no ha funcionado”, dijo.
Sin embargo, para legisladores cubano-estadunidenses, como el senador demócrata Robert Menéndez o el republicano Marco Rubio , que a partir de enero presidirá el Subcomité de Relaciones Exteriores sobre América Latina, el tema resulta personal.
El gobierno Obama y sus partidarios apuestan a que la audiencia en favor del embargo ha bajado y se ha diluido con el tiempo. Un reporte en The Washington Post señaló que muchos en Florida, sede tradicional del anticastrismo, creen que habrá mejores oportunidades de negocios con Cuba.
Pero Florida es una economía de 800 mil millones de dólares anuales y Cuba es una economía de 7.5 mil millones.
“Es un cambio transformacional, histórico”, subrayó Bruce Bagley, profesor de Estudios Internacionales de la Universidad de Miami.
FACTORES QUE FUERON CLAVE
Tan anacrónico como el parque vehicular de La Habana (museo de autos clásicos de la época dorada de la industria automotriz estadunidense de los años 50), el añejo conflicto entre Estados Unidos y Cuba tiene la mayor posibilidad de normalizarse del último medio siglo de hostilidades.
Es preciso señalar que la reconciliación en este reducto de la Guerra Fría se acerca gracias a la convergencia de factores inéditos en el ocaso del régimen de Fidel Castro y las horas bajas de sus aliados como Venezuela y Rusia.
Primero, la presencia en el Vaticano del primer Papa latinoamericano, de inspiración peronista y vida marcada por la Revolución Cubana, que ha puesto sus buenos oficios de mediación para el deshielo de las relaciones entre Estados Unidos y la que alguna vez fuera cuasi colonia suya en el Caribe.
Y segundo, el último tramo del mandato del primer Presidente negro en Estados Unidos, que necesita salvar su mandato con acciones ejecutivas audaces ante el eclipse de un liderazgo vapuleado en las urnas en las últimas elecciones legislativas y el bloqueo de sus iniciativas en el Congreso.