Las fuerzas armadas de Egipto derrocaron ayer al presidente islamista Mohamed Mursi y anunciaron una transición con el apoyo de un amplio grupo de líderes políticos, religiosos y de agrupaciones juveniles.
El presidente del Tribunal Constitucional Supremo, Adli Mansur, jurará hoy como nuevo jefe del Estado egipcio provisional, ante la Asamblea General de esa instancia judicial. Estará hasta que se realicen nuevas elecciones.
El representante del opositor Frente 30 de Junio, Mohamed ElBaradei, calificó la hoja de ruta trazada por el ejército que suspende la Constitución y aparta a Mursi de la Presidencia como un “paso hacia la reconciliación nacional”.
Tras un día de drama en el que se desplegaron tanques y tropas cerca del palacio presidencial mientras se cumplía el plazo límite impuesto a Mursi, el comandante de las fuerzas armadas anunció por televisión que el Presidente “no logró cumplir con las demandas del pueblo”.
En un discurso televisado, en el que apareció rodeado de líderes militares, religiosos y figuras políticas, el general Abdel Fattah al Sisi declaró la remoción efectiva de Mursi y dio a conocer la hoja de ruta para el retorno a la democracia.
“Quienes estuvieron en la reunión acordaron una hoja de ruta que incluye pasos iniciales para alcanzar la construcción de una sociedad egipcia fuerte que sea cohesiva y no excluya a nadie y ponga fin al estado de tensión y división”, dijo Al Sisi.
Tras el discurso, miles de manifestantes que se oponían a Mursi comenzaron a celebrar en la Plaza Tahrir de El Cairo, gritando, haciendo ondear banderas y prendiendo fuegos artificiales. Muchos salieron a recorrer la ciudad en sus autos haciendo sonar las bocinas.
Pero un comunicado publicado en la página de Facebook de Mursi tras el discurso de Sisi rechazó los dichos del militar y calificó los hechos como “un golpe de Estado militar”.
El país árabe más poblado del mundo ha estado en conflicto desde la caída de Hosni Mubarak en medio de los levantamientos de la Primavera Árabe a principios de 2011, generando preocupaciones entre aliados de Occidente y de Israel, con el que Egipto tiene un tratado de paz de 1979.
No estaba claro si Mursi había sido arrestado. El diario estatal Al-Ahram informó que las fuerzas militares le dijeron a Mursi a las 17:00, hora local, que ya no era el jefe de Estado.
Más temprano, fuentes de seguridad dijeron que se había impuesto una prohibición de viajes internacionales a Mursi y otros miembros de alto rango del Movimiento Hermanos Musulmanes.
El presidente de EU, Barack Obama, pidió a los militares que han derrocado al mandatario Mursi, que devuelvan la autoridad “a un gobierno civil elegido democráticamente” tan pronto como sea posible y ordenó revisar la ayuda que Washington otorga a ese país.
México llama al diálogo
El gobierno mexicano expresó su deseo de que impere la tranquilidad en Egipto y que los actores nacionales entablen un diálogo que permita restablecer el Estado de derecho, al tiempo que emitió recomendaciones a sus ciudadanos en ese país.
La Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) aseguró que el gobierno de Enrique Peña Nieto “se mantiene atento a los acontecimientos en Egipto”, donde las fuerzas armadas derrocaron al presidente Mursi y suspendieron la Constitución.
México hace votos porque “se mantenga la tranquilidad y se establezca un diálogo entre los actores nacionales que permita restablecer el Estado de derecho”.
Nada se mueve en el Nilo sin el aval militar
Miles de opositores al presidente egipcio Mohamed Mursi aclamaron a los helicópteros con banderas militares que sobrevolaron la plaza Tahrir de El Cairo, donde se encontraban congregados. “El pueblo, la policía y el ejército son uno solo”, gritaba encantado el jubilado Mustafa. Pero no hace tanto, las multitudes en la plaza veían de manera bastante diferente a los militares.
Pero el órgano de gobierno del ejército, el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas –que gobernó en Egipto desde que el ex presidente Hosni Mubarak fue derrocado en 2011 hasta que asumió Mursi–, fue igual de incapaz de resolver los problemas del país.
Ante el fracaso de Mursi de lograr una recuperación de la situación económica o de restablecer el orden en las calles, el ejército volvió a recuperar su brillo. A ello ayuda que haya gozado siempre de una buena reputación.
Los textos escolares destacan su rol en las guerras contra Israel. La mayoría de los egipcios tiene que cumplir un servicio obligatorio en el ejército, que es visto como representante de la nación y no de un partido, régimen o grupo religioso. Pero a pesar de todo es un poder político.
“Hay tres fuerzas básicas: los islamistas –los más importantes, los Hermanos Musulmanes–, el ejército y la calle”, señaló el historiador Khaled Fahmy, de la Universidad Americana de El Cairo.
El ejército mostró sus dientes el pasado lunes cuando su jefe, Abdel Fattah al Sisi, dio un ultimátum de 48 horas a Mursi para poner fin a la crisis política con sus opositores.
Y finalmente ayer anunció que Mursi no sería más el Presidente del país.
Los militares son un Estado dentro del Estado en Egipto. El ejército cuenta con sus propios tribunales y un imperio económico propio con empresas que producen desde televisores hasta aspiradoras. Estados Unidos envía anualmente alrededor de mil 300 millones de dólares a las arcas del mayor poder bélico de la región. Nada funciona en el Nilo sin los militares.
El líder castrense