Las fiestas patrias en México tienen un trasfondo histórico que va más allá de la tradición popular. El doctor Octavio Spindola Zago, académico del Departamento de Ciencias Sociales de la Ibero Puebla, explicó que el 16 de septiembre fue instituido como la principal fiesta cívica tras un largo proceso de definiciones políticas y culturales.
De acuerdo con el especialista, ya en 1812 Ignacio López Rayón había decidido que cada 15 de septiembre se celebrara a Miguel Hidalgo y el inicio del movimiento de independencia. Posteriormente, José María Morelos decretó en la carta Sentimientos de la Nación que el 16 de septiembre debía ser una fiesta solemne.
Aunque Agustín de Iturbide intentó imponer como fecha principal su entrada triunfal a la Ciudad de México, el Congreso de 1824 determinó que la conmemoración oficial fuera el 16 de septiembre. Contrario a lo que se suele pensar, no fue Porfirio Díaz quien movió la celebración a la noche del 15, sino Antonio López de Santa Anna en 1843. Más tarde, en 1854, la fiesta comenzó a adquirir la forma que conocemos hoy, con la primera interpretación del Himno Nacional Mexicano.
El doctor Spindola Zago señaló que Díaz sí jugó un papel relevante en consolidar la festividad, al ordenar el traslado de la campana de Dolores a Palacio Nacional, símbolo central del llamado al inicio de la independencia. A ello se sumaron los esfuerzos de intelectuales y del régimen posrevolucionario para fortalecer un sentido de identidad nacional en torno a los héroes patrios.
Actualmente, la conmemoración del 16 de septiembre se expresa en verbenas, reuniones familiares y actos cívicos, pero también representa un recordatorio de los valores que unen a la ciudadanía. “La lucha por construir un país más justo, equitativo e igualitario sigue siendo el eje de lo que celebramos”, destacó el académico.