El espacio ideal para la reflexión, aprendizaje, innovación y celebración de la arquitectura, llegó a la Universidad Jesuita; el IV Premio Nacional de Arquitectura reunió a las mentes brillantes del gremio, y a las y los futuros arquitectos de México en la Casa de Estudios.
En esta edición, el premio fue otorgado al importante arquitecto mexicano Francisco Serrano, quien lleva una amplia trayectoria edificando estructuras de alto nivel y relevancia para la sociedad mexicana, tales como la embajada de México en Berlín, Brasilia y Guatemala, el Centro Minero de Pachuca, el Palacio de Justicia Federal y diversas instalaciones de la Ibero Puebla e Ibero Ciudad de México.
Durante dos días, los asistentes disfrutaron y aprendieron de expertos como Lucio Munian, Isaac Brod, Tatiana Bilbao, entre muchos otros arquitectos de renombre que compartieron sus técnicas, procesos e historias de crecimiento. La doctora Lilia Vélez Iglesias, directora general Académica, celebró este espacio “que busca reconocer la figura del gremio que ha dejado huella por su trabajo creativo”.
La Licenciatura en Arquitectura en Ibero Puebla es una de las de mayor matrícula en la Institución, por lo que este tipo de eventos son necesarios para seguir “no solo formando grandes profesionales de esta disciplina, sino, y sobre todo, arquitectas y arquitectos que buscan construir espacios que sean sustentables e incluyentes”, dijo la directora.
“El mundo de hoy, profundamente desigual, presenta un campo fértil para que ustedes, expertos en arquitectura, utilicen sus conocimientos para crear espacios en donde se pueda vivir dignamente y de manera más equitativa”: doctora Lilia Vélez
En la inauguración de este importante reconocimiento estuvo presente el presidente de la Asociación de Instituciones de la Enseñanza de la Arquitectura de la República Mexicana A. C. (ASINEA), el Arq. Homero Hernández Tena, quien recordó que a pesar de que hoy la arquitectura se enfrenta a diversos retos, también es bueno celebrar el diseño en un lugar como México: “un país con gran calidad de diseño”.
El Arq. Abraham Rendón Noriega, parte importante de la organización de este evento, dio pie a la inauguración, en la que encomendó a los estudiantes que durante esos días “convivan, aprendan de los grandes arquitectos. […] Disfrútenlo, son dos días llenos de arquitectura, dos días en donde ustedes van a poderse acercar con los arquitectos, preguntar y crecer”.
Un espacio de formación y aprendizaje arquitectónico
Los presentes aprendieron de la visión filosófica y profunda del fotógrafo y arquitecto, Onnis Luque, quien, a través de su amplio trabajo de documentación y registro de casi una década, ha llegado a “desaprender a ver y aprender a ver las imágenes”.
Durante la conferencia La imagen del habitar, el arquitecto invitó a sus oyentes a que desconfiaran de las imágenes que ven, capturan e investigan, esto debido “al uso de las imágenes para construir discursos hegemónicos”, es decir, que cuestionen si con las imágenes que consumen o replican están aportando a la construcción de status quo.
Habitar la imagen, explica, implica “adquirir conciencia crítica de la propia agencia en la construcción de la realidad, y por lo tanto, de las potencias concretas de transformación de dicha realidad”. Para Luque, todo lo que hacemos, somos, vivimos y experimentamos, predispone la formación de estas realidades que construimos, por lo cual es importante generar pensamiento crítico.
El arquitecto utiliza cinco técnicas, o como él las llamas, ‘potencias’, para lograr habitar la imagen: disposición física y mental de acercarse a algo, retiniana, que significa observar los elementos de la imagen; reflexiva, que refiere a aquellas imágenes que intentan desencadenar reflexiones críticas, vinculativa, que anima a dejarse conmover por lo que se ve, y la desmaterialización: donde la imagen, el pensamiento y reflexión crítica se integran.