El problema de México no es que los políticos hagan públicas sus aspiraciones, sino que se carezca de los mecanismos de fiscalización adecuados para evitar que aprovechándose de sus cargos actuales promuevan sus imágenes.
Miguel Calderón Chelius, coordinador de la Licenciatura en Ciencias Políticas de la Universidad Iberoamericana, lamentó que en muchas ocasiones los funcionarios públicos ocupen el erario para promoción personal.
Sin embargo, dijo que eso resulta difícil de comprobar cuando dentro del mismo sistema se tienen aliados que protegen, como puede ser dando a conocer resultados de auditorías a modo.
“Tenemos amigos que hacen las auditorías y luego declaran que no tenemos ningún delito y que todo está bien, y que somos totalmente apegados a la ley”, puntualizó Calderón Chelius.