La herencia maldita del barbosismo, incrustada en el partido Morena en Puebla, le sigue quedando mal al gobernador electo Alejandro Armenta Mier.
Por algo ha dicho, recio y quedito, que el actual Consejo Estatal de Morena no es suyo.
Y ni sus dirigentes, ni sus consejeros, ni sus operadores “de alta alcurnia” dan una.
Mucho menos aquellos que siempre se jactaron de ser los grandes operadores del ex mandatario estatal, dígase los diputados locales Andrés Villegas Mendoza, presidente del Consejo Estatal de Morena, y el diputado Julio Huerta Gómez, a quien no le quedó ni el zurrón de lo que presumía ser, han podido hacer algo bien.
Algo que les valga mostrarse como lo que nunca fueron pero siempre presumieron: políticos de altura.
¿O será que ellos juegan su propio juego?
Porque su opaco trabajo político, sobre todo el del tal Villegas, ha dejado mucho que desear.
Y es que ha de creer que puede seguir tirado en la hamaca, tal como lo hizo en el sexenio que concluye, y que todo se le puede ir dando gracias al trabajo de quienes operan verdaderamente en tierra.
Qué mal le ha quedado al gobernador Armenta el flamante legislador, quien ya asumió el papel de la Chimoltrufia, la esposa del Botija, ya que un día dice una cosa y al siguiente dice otra.
Los tiempos le ganaron en lo referente al proceso para la renovación de la dirigencia de Morena en Puebla, no midió ni calculó, mucho menos pensó en las consecuencias que se generarían con una convocatoria con candados.
Y lo peor, no advirtió lo que se podía venir si no allanaban el camino para el sucesor o sucesora en Morena.
Es evidente su falta de tacto y oficio político, pobrecito.
De Julio Huerta se entiende, porque él es un invento de su primo, pero de Andrés Villegas, quien se jacta de ser un operador político, seguramente se esperaba algo que en realidad tampoco nunca fue, ni es, ni será.
El caso es que el proceso para sustituir a Olga Lucía Romero Garci-Crespo, la actual presidenta de Morena, está entrampado y ya tiene harto, seguramente, a quien ahora lleva mano en la administración del estado.
Mucho más si su gallo ya no va.
Por supuesto, también Pavel Gaspar Ramírez, el diputado local que se perfilaba para llegar a la dirigencia de Morena, aportó lo suyo en la descomposición del proceso.
Lo mejor que pudo haber hecho era haberse quedado callado.
Y lo mismo sucede con todos aquellos que quieren meter mano en la sucesión de la dirigente de Morena en Puebla.
Me refiero a la familia Vivanco, encabezada por Eloísa Vivanco Esquide, secretaria de la Comisión Nacional de Honestidad y Justicia de Morena, la cual está apretando para poder colocar a uno de los suyos en la dirigencia de su partido en Puebla.
La familia Vivanco pensó, como su primera propuesta, lanzar de gallo a su cachorro David Rivera Vivanco, el remedo de Ernesto “Che” Guevara, y quien desafió los intereses del armentismo dizque haciendo públicas sus aspiraciones de encabezar su partido.
Sin embargo, tras las declaraciones de Andrés Villegas, sobre que sería mujer la próxima dirigente, ahora la que sacó las uñas para dizque manifestar su gusto por ocupar la presidencia de Morena en Puebla es ni más ni menos que la otra hermana, Mayte Rivera Vivanco.
Y no hay XV años en puerta, porque si fuese así los Vivanco ya habrían querido ser todo en la fiesta.
Así son de abusadillos.
Lo cierto, es que Pavel Gaspar parece haberse caído antes de haber llegado a la dirigencia de Morena.
Francamente, me pregunto ¿a quién convendría tener un dirigente en Morena que no sabe dar lectura a los tiempos políticos y a las negociaciones?
¿A alguien tibio y no firme?
Lo malo de todo esto es que en Morena en Puebla no hay tantas mujeres que pudieran cumplir con el perfil para competir por el cargo.
Y en una de esas, el Consejo Estatal del partido de la 4T se queda como está y nada cambia.
Es decir, ¿qué sucedería si al final, para evitar tanto desmadre en Morena, el Consejo Estatal decide mantener y ratificar en la presidencia estatal a la actual líder, Olga Romero?
No me suena descabellada la idea, sobre todo porque es mujer, se sigue cumpliendo con la cuota de género y las cosas se quedan igual para no hacer tantas olas.
Al fin y al cabo el partido funciona.
Es más, Olga ni siquiera ha renunciado a su cargo, por lo que ya ni habría necesidad de hacerlo.
Lo único es que Romero Garci-Crespo ya no asumiría la titularidad de Carreteras de Cuota en la administración del gobernador electo, Alejandro Armenta, la cual arranca el próximo 14 de diciembre, justo cuando rinde protesta al cargo.
Ya veremos y diremos.
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