Con la ratificación de Olga Lucía Romero Garci-Crespo como dirigente estatal de Morena en Puebla, así como con la renovación de los distintos mandos del partido, el organismo entró nuevamente en una etapa de inacción política.
En un nuevo periodo de zozobra y en otra etapa gris que lo mantiene inactivo, pasivo, indiferente, indolente y ajeno a los distintos temas que preocupan a los poblanos y a la administración que encabeza el gobernador Alejandro Armenta Mier.
Porque, ¿alguien sabe qué opina Morena y Olga Romero de la inseguridad en Puebla, del feminicidio, de la deportación de migrantes poblanos de Estados Unidos a México, por ejemplo?
¿Qué sucedió en el partido de la 4T?
¿Por qué se volvió a quedar mudo?
¿Cuál fue la causa?
Lo cierto es que Morena entró en una especie de conflicto interno desde que trascendió la renovación de la dirigencia en el Congreso del estado, donde según se encontraba el sustituto de Olga Romero.
Sin embargo, el diputado electo por los dioses se cerró las puertas solo por su falta de tacto, de cabildeo, de capacidad, pero sobre todo por no aplicar la asepsia política para poder llegar al cargo.
Porque el diputado morenista Pavel Gaspar Ramírez, quien sería el encargado de tomar las riendas de Morena, no era ni consejero estatal, tal como los estatutos del partido –en su artículo 31– lo obligaban a ello, ni un ducho posible gallo para asumir la dirigencia.
Eso incluso hasta le convino a sus impulsores, quienes hoy por hoy tal vez den gracias a Dios no haberlo colocado donde querían.
Y es que el legislador se adelantó al momento, se enredó en sus declaraciones, nunca pudo operar su llegada a Morena, trastabilló todo el tiempo y mostró que lo habían sobrevalorado porque no estaba a la altura del cargo al que había sido postulado.
Por todo ello, y tras encontrar muchas trabas incluso en el comité nacional que encabeza Luisa María Alcalde Luján, el grupo en el poder declinó la postulación de Pavel.
Fue entonces cuando se decidió que Olga Romero se mantuviera en el cargo para evitar cualquier contratiempo; ello implicó, al mismo tiempo, que la originaria de Tehuacán renunciara a la titularidad de Carreteras de Cuota, cargo que le había sido asignado por el propio gobernador Alejandro Armenta tiempo atrás.
En ese momento, se designó al nuevo Comité Estatal de Morena en Puebla, encabezado por la misma Olga, mientras que en la Secretaría de Organización se nombró a Arturo Graciel López, exedil de San José Chiapa.
Asimismo, se nombró como titular de la Secretaría General de Morena a Guadalupe Siyancan Peregrina, exalcadesa de Xoxtla, quien ahora enfrenta una denuncia por presunta malversación de fondos por más de 15 millones de pesos.
Además, el consejo morenista designó a Wendolyn Aguilar Sandoval como secretaria de Formación Política, a Miriam Ávila Peralta como encargada de Finanzas, a Carlos Hernández Hernández como titular de la Secretaría de Derechos Humanos, a Isabel Martínez Peñañuri como secretaria de Comunicación y a Elizabeth Marín Peña como responsable de la Secretaría de Mujeres.
Empero, desde ese momento algo pasó con Morena que dejó de ser un partido vivo, activo, oportuno, proactivo, de propuesta y de respuesta.
Olga Romero volvió a ausentarse como dirigente del partido en el poder y a mantenerse fría ante los distintos temas que le interesan y preocupan a los ciudadanos.
Sumado a ello, ha trascendido que las cosas al interior de Morena no caminan bien porque ni se llevan bien, ni se comunican, ni se pelan sus líderes.
La promotora de la discordia, aseguran, sigue siendo Guadalupe Siyancan Peregrina, a quien ahora adjudican la inactividad de Morena.
Aunque la misma presidenta tampoco haga un caramba para que Morena salga al paso y beneficio de los poblanos.
Me pregunto: ¿de qué sirve una campaña de afiliación si en Morena parece que ni hablan, ni escuchan?
¿Qué pensará el gobernador Alejandro Armenta al respecto?
Alguien debería despertarlos de su letargo.
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