Dicen los que saben que en Tlatlauquitepec, el ojo que todo lo ve parece mirar hacia otro lado.
Mientras las cámaras del nuevo sistema de videovigilancia comienzan a instalarse con bombo y platillo, las sombras de la duda se proyectan sobre el propio Ayuntamiento.
Y no precisamente por falta de luz, sino por exceso de parentesco.
Resulta que la empresa responsable del flamante proyecto tecnológico –IBS, Informatik Business Solutions– pertenece a Angelo Lemini Borzani, hermano del tesorero municipal, Pedro Lemini Borzani.
Nada ilegal, dirán algunos, si todo está en regla.
Pero cuando la transparencia se vuelve invisible y el contrato no aparece ni en el sitio oficial del municipio, la ciudadanía tiene todo el derecho de levantar la ceja.
La polémica se encendió tras una publicación oficial del propio Ayuntamiento.
En ella, el presidente municipal Juan Manuel Téllez Salazar posa sonriente junto a Angelo Lemini. A su lado, un empleado con camiseta de IBS muestra fichas técnicas y equipos de videovigilancia.
La imagen vale más que mil licitaciones… y, en este caso, también más que mil preguntas sin respuesta.
Mientras las autoridades presumen “inteligencia municipal”, la delincuencia parece no haberse enterado.
Dos asaltos a cuentahabientes en pleno centro –uno de ellos, nada menos que el presidente auxiliar de Xonocuautla, Andrés Guerrero Isidoro– evidencian que, por ahora, las cámaras vigilan, pero no protegen.
O quizá aún no las han conectado… ni al sistema ni a la conciencia pública.
La ciudadanía exige claridad: ¿hubo licitación?, ¿cuánto costó el contrato? y ¿por qué la empresa del hermano del tesorero fue la elegida?
Preguntas incómodas que, como las cámaras, deberían apuntar hacia todos lados, incluso hacia el interior del Palacio Municipal.
Dicen los que saben que en tiempos donde la seguridad se vende como logro político y la opacidad se disfraza de eficiencia, la mejor “inteligencia” sería aplicar la ley sin apellidos. ¿O no?
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