Si el pasado ultra panista, foxista y calderonista de Ana Teresa Aranda Orozco, candidata “independiente” a la gubernatura de Puebla, a la famosa mini, no la persiguiera y no estuviera anclado a su persona todo el tiempo, sin duda ella hubiese ganado el debate organizado por el Instituto Electoral de Estado (IEE).
Si no se hubiese dedicado a dar golpe tras golpe y a jugar el juego del “todas contra Gali”, no hay duda que se habría llevado la noche del debate.
Si hubiese cuidado poco más su imagen y privilegiado sus propuestas por encima de los ataques contra el candidato puntero en las encuestas, insisto, ella habría sido la triunfadora en el famoso debate.
Sin embargo, todo eso que la sigue evidenciando cómo la candidata del rencor y la venganza, junto con sus pocas posibilidades reales de ganar la elección del próximo 5 de junio, la dejan fuera de la competencia en la que están metidos de lleno Tony Gali y Blanca Alcalá Ruiz, candidatos aliancistas del PAN y del PRI, respectivamente.
El debate, señores y señoras, desde mi perspectiva y conclusión, lo sorteó de la mejor forma el candidato que lleva la delantera en la competencia, Tony Gali, por el simple hecho de que no hubo mayores sorpresas en su contra.
Así es.
Las tres candidatas perdieron su oportunidad de oro de propinarle a Gali un golpe que lo pudiera tumbar, o al menos hecho tambalear, de la delantera.
Es decir, Blanca lo tuvo en bandeja de plata y lo dejó ir vivo.
Ana Tere, por más que haga lo que pueda ni le alcanzan los números para ganar, ni siquiera para empatar, ni mucho menos le ha podido comprobar nada de todo lo que se le acusa al abanderado panista con documentos, por lo que también se fue en blanco.
Sus cañonazos, hay que decirlo, han sido al aire.
Insisto, que lástima que su pasado panista y de funcionaria federal, postulada por un partido, la tengan encasillada como una política más que desea engañar por un hueso con el disfraz de independiente.
A estas alturas de la contienda electoral, cada vez parece más difícil que la tendencia y las preferencias en las encuestas pudieran modificar el resultado que ya se perfila, el posible triunfo del PAN y de Gali.
La guerra electoral por la mini, es más que evidente, es entre Tony y Blanca.
En ese sentido, habrá que decir que en el debate por lo tanto fueron dos los candidatos que más lucieron, quienes cuentan con las mejores propuestas.
Y qué lástima que en el debate se haya notado un argot, pactado presuntamente, entre las tres candidatas mujeres Blanca Alcalá, Ana Teresa Aranda y Roxana Luna Porquillo, para tratar de avasallar al representante de la Coalición Sigamos Adelante.
Qué mal hizo Blanca en sólo invitar a sumarse a su gobierno a la Doña y a Roxana, eso genera mucha suspicacia sobre el supuesto entuerto que parece toda una realidad, además de que es una acción sexista.
A Blanca se le olvidó ilustrar, además, sus participaciones, sus propuestas y sus ataques.
Sigue sin tocar dura y contundentemente a sus adversarios. Sin pruebas irrefutables y bien documentadas.
Blanca ni brilló ni hizo sombra en el debate.
Tony Gali ni se despeinó porque se defendió mejor, aunque no haya hecho tampoco gran cosa para dar un plus en el evento.
Con lo que sí les metió un golazo a sus adversarias fue con su declaración 3 de 3.
A Blanca nadie le avisó que Gali ya la había concretado y cayó en la trampa de criticar algo que ya había realizado.
Eso sí, quienes francamente siguen decepcionando en la campaña y en todo el proceso electoral que se avecina, son Roxana Luna y Abraham Quiroz Palacios, candidatos del PRD y de Morena, respectivamente.
Roxana es una muy mala representante de la izquierda, del PRD y del partido que intenta impulsar Agustín Basave, líder nacional del sol azteca.
No brilla, ni polemiza, ni se mete a la medula y al corazón revolucionario de los poblanos.
En el debate, trastabilló, tartamudeó, se puso muy nerviosa; no cuidó ni su imagen, ni fue prudente, ni inteligente, al momento de atacar.
Sin el menor de los rubores se dedicó a hacer el juego a sus otras dos compañeras candidatas, quienes llevaban como principal objetivo la figura de Tony Gali.
La candidata amarilla carece de propuestas reales, viables y creíbles.
Roxana Luna fue una de las grandes perdedoras del debate.
Y lo mismo sucede con Abraham Quiroz, el candidato de Morena y de AMLO.
El abuelito, el catedrático, Abraham no tiene nada que hacer en la política; será muy honrado y decente pero ni buen orador, ni lector, ni mucho menos es una figura que levante el ánimo a la gente.
Lo bueno del debate organizado por el IEE fue que al final sí hubo propuestas, intercambio de ideas, réplica y contrarréplica, y ni se coartó la libertad de expresión de nadie, ni hubo favoritismo para nadie.
Lo malo y lo asqueroso del debate fue el golpeteo y la guerra sucia, mientras que la gran decepción sólo fue una, el maestro Abraham Quiroz.
Es cuanto.
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