Ya es imposible negarlo. Puebla es tierra de narcos, aquí han vivido y emprendido sus negocios.
Negarlo sería absurdo y peligroso para el gobierno y la misma sociedad.
Llevamos diez años en el plano nacional e internacional por las noticias de la captura o persecución de narcotraficantes peligrosos.
La fama de Puebla empezó ni más, ni menos que con el operativo fallido de la PGR y el Ejército en diciembre de 2001 en los fraccionamientos El Mirador y Las Ánimas para intentar atrapar a Joaquín Lorea Guzmán, alias El Chapo Guzmán.
Aquí vivía y nadie lo molestaba.
Apenas habían pasado tres meses y en marzo de 2002 las autoridades federales se sacaron la espina y en un impresionante operativo en el fraccionamiento La Escondida de Cholula, atraparon a Benjamín Arellano Félix.
El capo también vivía en Puebla y ninguna autoridad local lo molestaba.
Ya en el sexenio de Mario Marín se volvió más evidente y peligroso el fenómeno de la presencia de los Zetas y Los Beltrán Leyva.
Basta recordar que en agosto de 2008, pobladores del municipio de Tlapanalá capturaron, golpearon y casi lincharon a siete zetas, quienes intentaban secuestrar a un de sus vecinos.
Un mes después fue capturado en Huauchinango un operador del Cártel del Golfo que se identificó con el nombre de Juan Contreras Saucedo.
Las capturas de los zetas siguieron y en octubre de 2008 también cayó Williams Pérez Zentella. Este delincuente se declaró integrante de los Zetas.
El primer caso que alarmó a los habitantes de la capital poblana ocurrió en noviembre de 2008 cuando elementos de la PGR catearon una casa de la colonia Belisario Domínguez, muy cerca de La Paz.
En ese operativo se decomisó un arsenal y capturaron a cinco integrantes de los Zetas.
La presencia de los Beltrán Leyva se detectó por primera vez en Puebla en julio de 2009. En esa ocasión elementos de la Policía Metropolitana capturaron a tres personas armadas en el estacionamiento del centro comercial Plaza San Diego. Los tres confesaron que trabajan para los Beltrán Leyva.
El siguiente golpe del Ejército Mexicano también fue certero. En plena colonia San Manuel, muy cerca de la casa del ex titular de la PGJ, Rodolfo Archundia, cayó Sergio Enrique Ruiz Tlapanco, alias “Zeta-44”.
Este personaje era de los fundadores de los Zetas y era el encargado de los operativos en Tabasco, Campeche y Chiapas.
El 15 de octubre de 2009, el Ejército Mexicano, policías federales, estatales y municipales de Tlacotepec de Benito Juárez se enfrentaron a seis Zetas y los detuvieron.
Pero los momentos de mayor tensión por la persecución, balacera y movilización policiaca se vivieron al medio día del 10 de diciembre de 2009 cuando Héctor Beltrán Leyva, líder del cártel de Los Beltrán Leyva, huyó de Cholula hacia Morelos.
En esa ocasión se decomisaron armas, dinero, casas y autos, además de 9 integrantes de los Beltrán Leyva.
El capo también vivía en Cholula.
En septiembre de 2010, los elementos del Ejército detuvieron a Sergio Villareal, alías El Grande. Uno de los más peligrosos narcotraficantes que vivía en plena capital poblana en el exclusivo fraccionamiento Puerta de Hierro.
Y ahora se sabe que Ismael Coronel Sicairos, operador financiero de Los Beltrán Leyva, vivió, hizo negocios, compartió el presídium con el ex gobernador, Mario Marín, sus proyectos fueron subsidiados y se rozó con la clase empresarial, universitaria y política de Puebla.
Con todo lo anterior, ya no se puede negar el problema.
Los datos, nombres y fechas son contundentes.
Negarlo, insisto, es peligroso.
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