A partir del reciente cambio generalizado en los aparatos de gobierno –federal, estatal y municipal– en nuestro país, y de las intenciones comunicativas o discursos declarados, creo que vale la pena reflexionar acerca de las oportunidades que se abrirían para nuestras ciudades con las relativamente nuevas orientaciones políticas, como lo es hoy la preocupación “VERDE” o ambiental.
A mi parecer, esta preocupación ambiental, que deberíamos todos compartir y que atañe a todas las regiones y ciudades mexicanas, no solo a las grandes urbes estatales, debe ser un tema prioritario. En el caso de nuestro estado, Puebla, me agrada ver el fortalecimiento de la atención hacia regiones como la de Tehuacán-Cuicatlán, la cuenca del río Atoyac y la laguna de Valsequillo. Es claro para mí que, con apoyo federal, podrían darse pasos correctivos para recuperar el Atoyac y Valsequillo, lo cual sería fundamental para nuestra ciudad.
Volviendo la mirada hacia nuestra pequeña Cholula, a la que esta columna suele dar preferencia, espero que la preocupación por lo verde también se comparta localmente y que se extienda hacia nuestra Área Natural Protegida de la Reserva Estatal Cerro Zapotecas. Actualmente, esta protección se ha dejado en manos de la comunidad de San Cristóbal Tepontla, que difícilmente puede controlar los descuidos de los visitantes, las invasiones o las construcciones dentro de su perímetro o en sus alrededores.
La preocupación verde o ambiental en nuestras ciudades también puede abarcar el estado físico y material de las mismas, especialmente el de las vialidades automovilísticas y las vías para circulación peatonal, como las banquetas. En nuestra bella Cholula, las primeras representan una amenaza para los amortiguadores y suspensiones de los automóviles, mientras que las segundas son un riesgo constante para los ciudadanos de la tercera edad o para quienes tienen alguna discapacidad visual o motriz.
Hace algún tiempo, en las oficinas de gobierno de nuestras ciudades existía una dependencia municipal intitulada, si no me equivoco, “Vía Pública”, que se encargaba de supervisar el estado de las vialidades y banquetas en el área urbana. Hoy, esa labor prácticamente ha desaparecido, y el estado de las vialidades y banquetas parece no ser una prioridad para las autoridades. Actualmente, su mantenimiento queda a cargo del interés y las necesidades de los propietarios de cada predio, lo que a menudo convierte los andadores públicos en un corredor lleno de rampas con inclinaciones diversas.
Ojalá que la preocupación verde o ambiental recupere estas tareas de gobierno, pues son esenciales para el bienestar y la seguridad de nuestras ciudades.