Llego a casa y nada más acercarme sucede lo siguiente:
Mi niña señalándome, diciendo “papá” varias veces con voz de emoción; mi niño dándome un librito y haciendo que me siente en el piso para leerle; mi pequeñita sonriéndome y viéndome con esos enormes ojos llenos de emoción.
En ese momento la reflexión es sencilla: Esto vale más que mil “broncas” en el trabajo y que cien mil artículos políticos intentando apostar quién será el gran ganador de las elecciones este año.
Lo que sigue es pensar en las definiciones reales de algunas palabras:
Angustia: cuando se caen y golpean en la cabecita.
Impotencia: cuando lloran en el pediatra o tomando medicina.
Alegría: cuando corren por todos lados jugando o persiguiendo al perro.
Certeza: cuando sé que son míos y soy el único responsable (junto con su mamá claro) de hacerlos buenos cristianos y virtuosos ciudadanos.
Enojo: cuando les sucede algo que no dependía directamente de mí, pero pude haber evitado.
Presión: saber que tengo que dar el cien en mi trabajo, pues todo es para ellos.
Así que la respuesta es: SI, me importa MUCHO lo que puede pasar en las elecciones del 2 de junio, pues será el país que conocerán mis hijos ahora que comienzan a tener conciencia de su alrededor.
Y sí, me importa saber que perfiles coloca cada partido en las posiciones diputados locales y federales, así como senadores, pues de ellos dependen las leyes que regirán la vida pública del país de mis hijos durante los próximos años.
Por amor a mi familia, dedico tiempo a estar informado y a poder aportar un granito de arena en la construcción de mi ciudad y del distrito que me corresponde, como siempre lo he dicho: influir en mi metro cuadrado.
Por amor a México, pero más que nada, por amor a mi familia, me importa mucho lo que sucede en la vida pública de mi entidad.
Y tú, ¿Ya sabes las opciones que tendrás para elegir el próximo 2 de junio? Por amor a tú familia, espero que sí.
¡Excelente día!
