A 102 días de que el gobernador electo de Puebla, Alejandro Armenta Mier, asuma formalmente el poder y su cargo en el estado (el próximo 14 de diciembre), la oposición y sus detractores no terminan por aceptar su derrota.
No hay día en que no maquinen un “gran plan” para tratar de descarrilar y derrocar la locomotora armentista, la cual se enfila a integrar, implementar, operar y madurar un nuevo proyecto de gobierno para Puebla.
Una estrategia renovada que le permitirá a los poblanos nuevos bríos en materia de servicio público y gobernanza, como dicen los especialistas.
Sin embargo, y muy lamentablemente, los enemigos de la razón y la democracia en la entidad están más empeñados en crear escenarios ficticios y falsos, que en aceptar que se quedaron sin nada.
Porque los nuevos tiempos políticos en el estado evidencian que hoy el PAN, dizque la oposición en Puebla, y nada son lo mismo.
Ni en el ámbito municipal, ni mucho menos en el estatal, los panistas se salvan.
Porque tanto Augusta Díaz de Rivera Hernández, dirigente estatal de Acción Nacional, junto con Jesús Zaldívar Benavides, el líder municipal, tienen mucha culpa.
A la primera le valió la elección, los candidatos y las candidatas, la promoción en tierra, la estrategia para hacer ganar a su candidato, su mismo abanderado al gobierno, las alianzas, sus aliados y las encuestas serias, esas que siempre los dieron por muertos.
Durante la campaña, Augusta se ocupó mejor en construir su castillo y en sacar beneficio personal que en tratar de ganar la elección.
Y al segundo, a Zaldívar, no le importó su larga cola, sus cuentas pendientes y todos sus antecedentes. Operó, al final, desde la clandestinidad, lo que pudo y como pudo.
El descalabro electoral del pasado 2 de junio casi los mata.
Por ello, los panistas están desesperados y manotean, blofean y amenazan.
Y qué decir de los otros detractores de la cuarta transformación, quienes no son necesariamente oposición, ni panistas.
Esos que aseguran ser tus amigos, pero en realidad son los más desleales y traidores.
Quienes son capaces de, incluso, pagar grandes cantidades de dinero, con tal de inducir preguntas en las conferencias mañaneras del aún presidente de México, Andrés Manuel López Obrador (AMLO), solo para chingar.
Aunque, opositores o aliados, cualquiera pudo haber armado el ridículo guion del reportero que hizo alusión al marinismo en la mañanera, algo que ya no existe, tal como lo aseguró el presidente.
Y es que cuando los pretextos y argumentos razonables para defender un proyecto se acaban, entonces empiezan las mentadas de madre, las descalificaciones, los golpes bajos, las mentiras y aberraciones.
¿O de parte de quién creen que sean los golpes en las conferencias contra el equipo armentista?
Está claro que es para intentar afectar de alguna forma al gobernador electo Alejandro Armenta, aunque su intentona sea una verdadera estupidez, burda y grotesca.
Eso sí, habrá que preguntarse ¿será la oposición la responsable?
¿O es el mentado fuego amigo?
¿A poco será la dirigencia nacional del PAN?
¿El ridículo de Marko Cortés Mendoza, líder nacional del PAN?
¿Quién estaría tan interesado en pegarle a Alejandro Armenta y a su gente para intentar sacar provecho?
Ahora bien, ¿cuál es su estrategia?
¿Pagar para que se cuestione lo mismo de siempre?
¿Qué carajo no piensan?
Porque se equivocaron hasta de personaje, de destinatario.
Todos sabemos quién es el brazo y la mano fuerte de Armenta, se llama José Luis García Parra.
¿Creen que de esa forma lo van a perjudicar?
Panistas, priistas, amigos, enemigos, fuego amigo o no, váyanse formando porque para todos, el gobernador Armenta, seguramente, tiene una respuesta.
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