El triunfo de la planilla cercana a Mario Riestra Piña con Gabriela Ruiz Benítez en la dirigencia municipal del Partido Acción Nacional (PAN) en Puebla Capital este domingo, más que una victoria democrática, es la confirmación de una realidad: la estructura partidista sigue bajo el control de los mismos grupos que, desde hace años, han convertido al panismo en una oposición de simulación y de baja intensidad.
Mario Riestra, un activo político con aspiraciones y que ha demostrado su capacidad de organización interna, se asegura así el manejo de las palancas al menos en la capital, manteniendo sus fichas lista para sus propios proyectos futuros.
Pero en general, el PAN de Puebla se ha encapsulado en una dinámica donde el principal objetivo es mantener el poder dentro del círculo, en lugar de construir una alternativa creíble y opositora para la ciudadanía.
Sus miembros se han encargado de tener nula visibilidad opositora y han generado que únicamente se hable de sus intereses individuales. Lejos quedaron los días en que Acción Nacional era un partido de formación y de sociedad civil organizada. Porque el PAN en Puebla era de las mejores plazas nacionales, por sus posiciones clave.
Hoy, la militancia se concentra en arrebatarse el poder, dejando un vacío que el oficialismo de Morena y sus aliados ocupan con facilidad.
La reciente coyuntura electoral y partidista ha provocado la desaparición del grupo político que giraba en torno a Eduardo Rivera Pérez, uno de los panistas con mayor capital político en la historia reciente de Puebla. Y peor aún con los rumores sobre su posible salida al partido Movimiento Ciudadano que intensifican la sensación de que el grupo busca una nueva plataforma para subsistir.
Lo que viene para 2027…
Las elecciones intermedias de 2027 son el verdadero termómetro y el margen de maniobra del PAN en la zona conurbada es muy pequeño.
De entrada tienen el factor Morena que sigue fuerte, especialmente si logran consolidar las reformas que buscan unificar elecciones o si continúan con una alta movilización social. No se enfrentarán a un partido, sino a un movimiento que ya demostró su capacidad para arrasar en las urnas y que a diferencia de ellos, sigue trazando estrategias.
Si la nueva dirigencia municipal hoy a cargo de Gabriela Ruiz no cambia drásticamente la estrategia, no habrá tiempo para planear la oposición que la ciudadanía exige. Se necesitan propuestas audaces, liderazgos frescos y que no huelan a peste política.
Así que si el control interno es el único objetivo, el PAN en Puebla estará condenado a perder en 2027, porque si bien la nueva dirigencia panista tiene una base interna “asegurada”, carece de la narrativa fresca y convincente, abierta y necesaria para ganar no solo 2027, sino cualquier elección venidera.




