El reciente informe de la rectora de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP) no solo marcó el inicio de un nuevo ciclo académico, sino también el comienzo de una etapa política con implicaciones profundas para la relación entre la universidad y el Gobierno estatal. Tras haber sido reelecta, la rectora ha logrado consolidar un equipo que entiende que el futuro de la institución no se define únicamente en las aulas, sino también en los acuerdos y sinergias que se construyen fuera de ellas.
En el periodo de transición con el gobernador Sergio Salomón Céspedes, la BUAP mostró una capacidad de interlocución política y técnica que sorprendió incluso a sus críticos. La coordinación permitió concretar proyectos de infraestructura, innovación y vinculación que, por años, habían permanecido en el tintero. Ese diálogo respetuoso –pero firme– sentó las bases de una nueva relación entre la máxima casa de estudios y el Gobierno del estado.
Con la llegada de Damián Hernández Méndez como secretario general, la BUAP dio un giro generacional y estratégico. Su perfil técnico, político y conciliador ha sido clave para tender puentes hacia la administración pública y los sectores productivos.
De manera reciente, su presencia fue acompañada por la de José Luis García Parra, coordinador general de Gabinete del Gobierno de Puebla, durante el informe de la rectora. Su asistencia no fue casual: simboliza el inicio de una etapa de colaboración institucional más estrecha, donde la universidad podría convertirse en un socio estratégico del Gobierno para detonar políticas públicas basadas en conocimiento, innovación y servicio social.
No se trata de una subordinación, sino de una alianza inteligente. Si antes, en tiempos de transición, se lograron proyectos conjuntos como CU2 y diversas obras de modernización, hoy el reto es construir políticas educativas, tecnológicas y de bienestar estudiantil con impacto real.
Con la cercanía de Parra y otros perfiles del Gabinete estatal, se abren posibilidades de convenios en temas de movilidad, becas, emprendimiento y digitalización, donde la BUAP puede ser protagonista.
El mensaje es claro: la universidad no puede ni debe permanecer aislada. Su fortaleza radica en su autonomía, pero su grandeza depende de su capacidad de vincularse con los problemas y oportunidades de Puebla.
La reelección de la rectora, la consolidación de Damián en la Secretaría General y el acercamiento con José Luis Parra configuran una nueva ecuación política que podría redefinir el papel de la BUAP en el desarrollo del estado.
Nuevos tiempos se avecinan. Y si la inteligencia política y académica se alinean, podrían ser tiempos verdaderamente históricos para la comunidad universitaria.