El 15 de octubre se tomará protesta a los nuevos presidentes municipales en Puebla, y nos preocupa a los habitantes que el proceso de entrega-recepción sea eso, un mero proceso y que las ciudades sigan tan deplorables como las entregarán.
Empezamos por la capital, Puebla, que será entregada por el alcalde saliente, Adán Domínguez, al alcalde entrante, José Chedraui Budib, en las peores condiciones: inseguridad, baches, falta de alumbrado público y un Centro Histórico destrozado por el comercio informal.
Pepe Chedraui, como es conocido, tendría que tener ya un plan de trabajo analizando cada uno de los puntos débiles que deja la administración panista, que son bastantes, de lo contrario, corre el riesgo de iniciar mal un periodo de gobierno que promete un cambio real en la ciudad.
Puebla es la cuarta ciudad más importante a nivel nacional, de ahí la relevancia de desarrollar una buena estrategia de trabajo que les permita hacer contención a la problemática que evidentemente nos está afectando a los poblanos.
De Puebla pasamos a Tehuacán, el segundo municipio más importante del estado, que también se encuentra devastado gracias a los malos manejos de sus gobernantes; Pedro Tepole deja un Tehuacán inseguro con la presencia de varios grupos delincuenciales que, incluso, le colgaron narcomantas cobrándole el dinero invertido en su campaña del 2021.
Además de la falta de obra pública que nunca demostró y el riesgo sanitario por la falta de recolección de basura, con la que tampoco supo qué hacer en tres años de gobierno; evidentemente, la situación para Tehuacán es poco alentadora para Alejandro Barroso, el alcalde electo que tendrá que limpiar el basurero que le deja el señor Tepole.
San Martín Texmelucan, otro municipio importante que ha resentido y, al mismo tiempo, sobrevivido al mal manejo de sus autoridades. Pasando por descuartizados, robo de hidrocarburos y extorsiones de los elementos de Seguridad, por mencionar lo más relevante.
Juan Manuel Alonso, el presidente electo, trae consigo muy buenas intenciones y proyectos, pero tiene una misión nada sencilla a la hora de hablar de gobernabilidad y gobernanza, pues recibirá una demarcación enojada y complicada que pide a gritos una remodelación exhaustiva.
Y de las Cholulas ¿qué les digo? San Pedro y San Andrés, municipios vecinos ricos en recurso público, que no sabemos en qué se gastan las autoridades, pero que cada fin de semana vemos cómo lucran sus elementos de Tránsito con los operativos de alcoholímetro.
San Andrés Cholula queda en manos de Guadalupe Cuautle, esposa del aún alcalde, Edmundo Tlatehui, y que, parece ser, no tendrá mayor cambio en el periodo de transición.
Mientras que San Pedro Cholula ve un poco de luz al final del túnel con la salida de Paola Angon y la llegada de Tonantzin Fernández, después de un proceso electoral desgastante que, esperemos, no haya desgastado también las ganas de trabajar de las autoridades entrantes, porque su labor será titánica, al igual que en los otros municipios ya mencionados.
La herencia que recibirán los alcaldes entrantes no es precisamente de una gran fortuna, al contrario, heredarán inseguridad, falta de obra pública, ingobernabilidad y caprichos ajenos que siempre nos terminan costando a los ciudadanos.
Así que si usted creyó que con votar el 2 de junio la cosa ya había mejorado o iba a mejorar, permítame decirle que lo bueno apenas empieza, estamos en cuenta regresiva…