¿Qué es una familia funcional? ¿Cómo debería funcionar una familia? ¿Se puede sostener una familia como esta? Es frecuente que se escuchen ciertos discursos que apuntan a que una familia debe funcionar en la medida en que dicha familia esté compuesta de mamá, papá e hijos. Esto significaría que todas aquellas familias que no están compuestas por dichos miembros, o a las que les falta uno de ellos, no funcionan, es decir, son disfuncionales. Sin embargo, ¿cuánto se tiene que soportar y pasar por alto para sostener dicho ideal? Considerando la etimología latina de supportare que significa llevar encima o sostener, ¿dentro de la familia quién debería de soportar? Y ¿para qué?
Hoy vemos que las cosas han cambiado porque la historia ha cambiado. El rol que desempeñan las mujeres resulta cada vez más trascendente al grado de que tenemos la oportunidad de decidir qué lugar queremos ocupar en la vida, tanto laboral como académica, política y personalmente. El cambio social no viene solo sino que se acompaña de la apuesta por repensar las dinámicas familiares.
La familia es una institución, como bien nos hace ver Lacan en su libro La familia. Esta institución tiene una finalidad: es una forma de organización social. Ahora bien, la familia conservadora, en la cual la madre cuida a los hijos mientras que el padre sale a trabajar, hoy ha cambiado. Existen familias donde los padres ya no están juntos y los hijos deben aprender a vivir esta separación. No obstante, esta situación brinda una posibilidad para que, irónicamente, las familias “disfuncionales” sean “funcionales” dentro de su supuesta “disfuncionalidad”. Por otra parte, existen familias tan unidas, cuyos vínculos cerrados no dan pie a una necesaria separación, ni a la diferencia, familias donde sus miembros no tienen la posibilidad de elegir.
En tanto ideal, la familia supuestamente “funcional” se rige bajo un deber ser sin importarle el deseo de cada uno de sus miembros, privándolos así de la diferencia y distinción, como sucede en aquellas familias en las que los hijos no pueden tomar sus propias decisiones sin afectar la promesa de la funcionalidad. Pongamos un ejemplo. En Coco, la película de Disney, Miguel proviene de una familia de zapateros donde las tradiciones van por encima del deseo de los hijos o los nietos. Miguel no sigue con el legado familiar, pues desea convertirse en músico, esa diferencia, esa decisión personal, lo hace ver en cierto momento como la “oveja negra”, es decir, el hijo que “deshonra” a su familia por no continuar la tradición de zapateros. En una familia “funcional”, unida y conservadora como la de Miguel se suscita un conflicto debido a su deseo por un camino distinto. Que una familia aspire a un ideal de funcionalidad no posibilita las diferencias que pueden existir en la misma familia, ni que los hijos ni los nietos –e incluso tampoco los padres– puedan elegir lo que ellos decidan con sus vidas.
¿Acaso no todos somos de cierto modo un poco disfuncionales por no alinearnos con algo que desea el otro? La familia, como en el caso de Miguel. Su abuela quería otra cosa pero él quería ser músico y no zapatero, esa diferencia entre ellos hace que la funcionalidad sea solo un ideal, pues lo que uno quiere el otro puede no quererlo.
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