Dicen los que saben que el Instituto de Profesionalización del Magisterio Poblano, encargado de mejorar la formación de los docentes en el estado, está en el ojo del huracán.
Y no precisamente por sus avances educativos, sino por el bochornoso escándalo que envuelve a su director, José Luis Nájera, quien ha sido exhibido en redes sociales manejando bajo los efectos del alcohol.
Este suceso, que en cualquier otra administración sería motivo inmediato de cese, representa un dilema político para la actual administración estatal.
Pero no es la primera vez que Nájera se ve envuelto en escándalos.
Durante su paso por la dirección del Colegio de Bachilleres del Estado de Puebla, su gestión fue cuestionada por supuestas irregularidades, incluso, el sindicato del Cobaep exigió su destitución.
El nuevo escándalo de Nájera no es solo un problema personal, es un golpe a la imagen del Instituto de Profesionalización del Magisterio Poblano, dependencia clave para la formación de los docentes.
Y es que, dicen los que saben, que en tiempos donde la corrupción y la impunidad son temas sensibles, el caso de Nájera podría convertirse en un símbolo de los vicios que la ciudadanía está cansada de ver en la política.
No hay que olvidar que la historia reciente nos ha enseñado que los escándalos no se olvidan fácilmente, y que las redes sociales pueden amplificar la indignación pública de manera imparable.
De ahí que surgen varias interrogantes:
¿El gobernador Alejandro Armenta tomará cartas en el asunto?
¿Se tolerará este tipo de conductas?
¿Qué opinión tendrán los docentes?
¿Seguirá Nájera al frente de la institución?
¿Cómo se justificará este comportamiento?
O, simplemente, ¿no pasará nada?, conste que son solo preguntas, lo que sí es una realidad es que a José Luis Nájera hay muuucho que aprenderle… ¿O no?
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