Que siempre sí, que si no es hoy en punto de las nueve de la mañana en el Comité Ejecutivo Nacional (CEN), en los próximos días será ungida como nueva presidenta del Comité Estatal del PRI la diputada federal, Ana Isabel Allende Cano, pareja sentimental de Adolfo Karam Beltrán, connotado marinista.
Muy a pesar de la inconformidad generalizada en el partido de los tres colores en el estado, la diputada se convertirá en la primera mujer en dirigir los destinos del ex partidazo.
Y vaya que su nombramiento genera expectativa y suspicacia en demasía, además de lo histórico que pudiera resultar.
Al menos, ninguno de los cabecillas de las distintas tribus priistas está conforme con la designación de la nueva dirigente del PRI en su localidad, a quien nadie le ve ni liderazgo, ni don de mando, ni agallas para todo lo que viene políticamente hablando.
Y es que a la legisladora, hay que decirlo, la hizo el melquiadismo, la descubrió en Ciudad Serdán, le echó su bendición y la trajo a Puebla para que consiguiera trabajo y hoy, a estas alturas, se sacó la rifa del tigre.
Dicen que todo le ha valido por ser pareja del ex director de la hoy extinta policía judicial en el estado, en el sexenio marinista, Adolfo Karam.
Se dice que a partir de allí el presente y futuro de la hoy legisladora empezó a hacer lo que la espuma de la cerveza: A subir, subir y subir.
La diputada nunca destacó en la política aldeana, ni mucho menos lideró algún grupo priista de esos grillos como para hacerse notar y disputar algún cargo público. Su chamba la logró de rebote, gracias a los buenos oficios políticos de su pareja.
¿Hoy cuál será el papel que Isabel Allende asumirá como dirigente estatal del PRI?
¿Qué carajo va a hacer cuando tenga que salir al ruedo a lidiar con toros bravos y bien corridos como los zavalistas, dogeristas, marinistas y todos aquellos que tienen los colmillos bien grandes?
¿Cómo poder mostrar un liderazgo cuando la currícula de cargos, de experiencia política y de mañas está en blanco?
Tal parece que alguien quisiera terminar con el PRI poblano.
No se entiende la jugada de César Camacho Quiroz, líder nacional del PRI; ni la venia y amparo de Ivonne Ortega Pacheco, secretaria General del tricolor, para dejar pasar a Isabel Allende.
¿Dónde está la flamante delegada del PRI nacional en Puebla, Angélica Araujo?
¿Cuáles fueron los criterios aplicados para designar a la diputada, Allende Cano, como sucesora de Pablo Fernández del Campo?
Ahora se entienden las razones de Guillermo Deloya Cobián para deslindarse del proceso de designación del nuevo dirigente priista.
Prefirió aplicar el “más vale que digan aquí corrió que aquí quedó”, y se justifica.
Parece que los priistas quieren terminar por entregar la plaza completa al partido en el poder en Puebla.
Ya sólo les falta rematar designando a un secretario general igual que la diputada, Ana Isabel Allende, sin el colmillo suficiente para lograr equilibrio o los sanos contrapesos.
Pero, ¿a qué intereses responde Isabel Allende, además de los de Adolfo Karam?
Es evidente que la legisladora no va a dirigir sola el PRI poblano y tendrá un cuarto lleno de asesores, consejeros y secretarios que la puedan blindar. La pregunta es ¿serán marinistas?
Para terminar de darle el tiro de gracia al PRI ya sólo falta que también se equivoquen en la designación del nuevo secretario General que hará dupla con Isabel Allende.
Y es que de entre Jorge Alfonso Ruiz, Carlos Sánchez y José Alberto González no debería haber duda, que lleve mano el dogerismo.
Porque alguien, al menos, tiene que pensar, operar y hacer política en el PRI.
¿O no?
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