Mucho tienen que explicarle al presidente Enrique Peña Nieto la titular de la Sedesol, Rosario Robles Berlanga; y el subsecretario de la dependencia, Juan Carlos Lastiri Quirós, sobre su desempeño y las acciones que ambos ejecutan a nombre del gobierno federal.
Y es que parece haber un claroscuro en su ejercicio de gobierno.
Por su parte, Rosario Robles permanece en el ojo del huracán por varios tropiezos sufridos en su carrera política y en lo que va de su gestión como titular de la Sedesol; el más bochornoso, tal vez, el escándalo de Veracruz y sus funcionarios a cargo.
En aquel entonces, hay que recordar, los subordinados de la ex perredista, junto con funcionarios del gobierno jarocho, fueron grabados planeando el uso de los programas federales para beneficiar al PRI en los comicios locales pasados.
La bomba estalló y generó graves problema al gobierno peñista en la víspera de la elección veracruzana. El escándalo tuvo dimensiones nacionales.
Los funcionarios de Sedesol en el puerto jarocho fueron cesados de inmediato pero provocaron un severo problema que incluyó una petición expresa por parte de la oposición al gobierno peñista: La cabeza de Rosario Robles.
Para fortuna de la funcionaria, la Secretaría de Gobernación, a cargo de Miguel Ángel Osorio Chong, intervino, operó el caso y logró superar la crisis, aunque al final quedó un mal precedente en menoscabo de las operaciones que ejecutaba la Sedesol en ese momento en todo el país.
Sumado a esto, la responsable de la Cruzada Nacional contra el Hambre, el programa estrella contra la pobreza del gobierno federal, tuvo la osadía de asistir a su reciente comparecencia en el Senado con su bolso Louis Vuitton de 2 mil 300 dólares (31 mil 250 pesos).
Por supuesto, el nuevo descuido de la funcionaria, el cual exhibió por segunda vez sus ostentosos lujos, le costó una ola de graves críticas que llegaron hasta la residencia oficial de Los Pinos.
Y es que la misma Rosario Robles ya había sido amonestada por la opinión pública antes -en mayo pasado- por sus excesos y gastos millonarios en su persona, en sus joyas y prendas de vestir.
En aquella ocasión se dejó ver públicamente con un reloj Cartier de 82 mil pesos.
Los memes y las opiniones en las redes sociales, particularmente en Twitter, fueron el acabose de la encargada de la política social del gobierno de la República, quien según los senadores no ha logrado disminuir el número de pobres en el país, el cual se mantiene en 52 millones.
La cascada de escándalos de Rosario Robles se sumó al pleito legal que mantiene con el empresario argentino Carlos Ahumada Kurtz, su ex pareja sentimental y quien le reclama un supuesto préstamo de 520 millones de pesos al PRD durante su gestión como presidenta.
En el caso de Juan Carlos Lastiri, existe, por su parte, una evidente campaña para promover su imagen y lograr posicionarlo con miras a los comicios en los que se renovará la gubernatura del estado.
Lastiri quiere se gobernador del estado y para ello giró órdenes estrictas a sus asesores en la materia de promover su marca personal como un político experimentado, sensible y benefactor del estado.
Ayer, por ejemplo, cometieron el pecado, tanto Rosario Robles como Juan Carlos Lastiri, de presumir y cacarear en todos los medios un reconocimiento que les otorgó el Coneval por “la implementación de buenas prácticas, mediante el uso de los indicadores de pobreza multidimensional por la Cruzada Nacional contra el Hambre y la estrategia de focalización y seguimiento del Ramo 33-FAIS” (sic).
En el cantinflesco comunicado enviado a todos los medios locales se dijo todo pero no se dijo nada, no se aportaron datos duros, ni se detalló en qué medida o porcentaje ha disminuido la pobreza en el país en lo que va de la gestión de la titular de la Sedesol.
Apenas se mencionó que se emplearán 57 mil millones de pesos para incidir en los indicadores de la pobreza. Por supuesto el que lo anunció fue Lastiri, faltaba más.
Eso sí, Rosario Robles y Juan Carlos Lastiri aparecen muy sonrientes en una imagen con su premio en la mano, ya sin bolsos, ni relojes, ni volantes para evitar más escándalos.
Dijera el clásico: ¿Y los pobres, apás?
En Twitter: @poncharelazo