En las semanas previas a la amenaza anunciada de imposición de aranceles a México por parte del presidente Trump, muchas voces se alzaron convocando a la unidad de los mexicanos y mexicanas ante este embate.
A la primera voz, la de la presidenta Sheinbaum, le siguieron las de los principales actores políticos y actoras políticas a nivel nacional, se fueron sumando las de quienes actúan en los estados de la República con sendos pronunciamientos y también a este llamado, diversas voces de organizaciones civiles y sectores productivos del país. La imposición de aranceles se detuvo por un mes, plazo bien logrado entre la presidenta de México y el presidente de Estados Unidos. La tensión se redujo.
Sin embargo, esos llamados a la “unidad nacional” y esas menciones reiteradas de la presidenta: “No es con la imposición de aranceles como se resuelven los problemas, sino hablando y dialogando” poco duraron, tal vez porque hablar de unidad se ha convertido últimamente solo en un discurso, un buen ejemplo que ilustra a muchas voces se dio en voz del presidente de la Junta de Coordinación Política (Jucopo) de la Cámara de Diputados, Ricardo Monreal, quien a gritos pedía desde la tribuna ”unidad nacional”, por cierto, con una arenga que se escuchó muy falsa.
En este contexto llegamos al aniversario 108 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos (CPEUM), fecha histórica que se conmemora desde entonces. Una ceremonia oficial se lleva a cabo en el hoy Teatro de la República en Querétaro, donde un 5 de febrero de 1917 fue promulgada por el Congreso Constituyente que inició sus trabajos y sus debates desde el 1 de diciembre de 1916.
Este documento representa ¿o representaba? un pacto social, fue el resultado de un consenso al que se llegó después de una serie de conflictos y levantamientos armados que derivaron en la Revolución Mexicana de 1910, en el que se establecieron las bases fundamentales para la organización del Estado mexicano estipulando que, para su ejercicio, el gobierno se divide en tres Poderes que se controlan mutuamente: Poder Legislativo, Poder Ejecutivo y Poder Judicial (artículo 49 de la CPEUM).
A esta emblemática y representativa ceremonia oficial, la presidenta Sheinbaum decidió no invitar a la ministra Norma Lucía Piña Hernández, persona que representa constitucional y legalmente a uno de esos Poderes del país, el Poder Judicial. Poco entendible a partir de esa su recurrente convocatoria a la “unidad nacional” y al “diálogo” para dirimir diferencias que escuchamos cotidianamente.
Importante y de trascendencia histórica, porque no se trata de las personas –que, por cierto, dejarán sus cargos en seis o en tres años–, se trata de la anulación de la representación constitucional de uno de los Poderes en los que se divide el ejercicio del gobierno del país justo en la ceremonia que conmemora ese pacto social construido a lo largo del tiempo. Por eso no puede ser obvio.
Eso sí, es paradójico este doble juego, se llama a la “unidad nacional” y al “diálogo” frente a una amenaza externa que, seguramente –tomando diversas formas–, será recurrente durante todo el gobierno del presidente Trump, pero la pregonada “unidad nacional” y “diálogo” no procede frente a las amenazas internas y al respeto hacia uno de los Poderes del país establecido en la CPEUM.
No solo ello, esta falta grave cruza el proceso de construcción de ciudadanía de las mujeres en México, es como desconocer otra lucha histórica conquistada para reconocer la participación de las mujeres en el país que mereció el esfuerzo de muchas mujeres, que desde las sufragistas no nos hemos dado por vencidas aún en escenarios altamente conflictivos, para ir abriendo los canales de participación. Es desconocer también ese proceso histórico construido a la par que las Instituciones, que impulsó reformas constitucionales para adecuarla a las nuevas realidades del país, que permitieron el haber logrado la llegada de las primeras mujeres, una a la presidencia de la Suprema Corte de Justicia de la Nación y otra a la Presidencia de la República mexicana.
Por eso no, no es obvio haber anulado a uno de los Poderes de la vida institucional del país en el acto republicano de promulgación de la CPEUM que ha permitido un orden democrático y, a pesar de todo lo que pueda señalarse, ha dado estabilidad jurídica y política; y tampoco es obvio el haber invisibilizado a la mujer que por primera vez en la historia de la Corte la representa legalmente hasta el mes de agosto de este año.
Inadmisible para la vida democrática del país y para el movimiento de mujeres.
Refleja incongruencia, desconocimiento. Así, cualquier discurso convocando a la “unidad nacional” y al “diálogo” carece de legitimidad.
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@rgolmedo
Palabra de Mujer Atlixco
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