¿Cómo viajamos los mexicanos? Te cuento sobre nuevas tendencias y viejas pasiones. Porque no es el destino, es la experiencia…
En México, el turismo ha dejado de ser sinónimo exclusivo de descanso. Cada vez más, viajar significa vivir, sentir y entender. El turismo experiencial, ese que prioriza las vivencias por encima de los itinerarios rígidos, ha ganado terreno entre los mexicanos, y este verano lo confirmó con una tendencia clara: viajamos más… y lo hacemos mejor.
Según datos recientes de Civitatis, entre julio y agosto de este año, las reservas de actividades por parte de viajeros mexicanos aumentaron un 12.8% respecto al mismo periodo de 2024. No se trata solo de un repunte en los números, sino de una muestra del creciente interés por destinos donde la cultura, la historia y las experiencias significativas son el verdadero imán.
Destinos que cuentan historias
Las ciudades más visitadas dentro del país reflejan esta búsqueda: Ciudad de México, Oaxaca, Mérida, Puebla, Guadalajara, Guanajuato… Todas comparten un hilo común: riqueza patrimonial, identidad culinaria y una escena cultural vibrante. Ya no basta con “visitar”, se quiere comprender, saborear y participar.
Incluso, destinos tradicionalmente asociados al descanso, como Playa del Carmen o Cancún, han visto cómo los viajeros integran a su agenda experiencias culturales, gastronómicas o ecológicas, en un intento por conectar con la esencia del lugar más allá del confort.
Cuando se cruza el Atlántico, los destinos favoritos siguen siendo las grandes capitales europeas: París, Roma, Madrid, Londres. Pero lo interesante es cómo han cambiado las formas de recorrerlas. Free tours, visitas guiadas a monumentos históricos, paseos en barco o entradas a museos emblemáticos son ahora parte esencial del viaje. Se acabaron los recorridos exprés solo para la foto: hoy se busca entender el porqué detrás de cada edificio, cada calle, cada obra de arte.
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¿Y quiénes están viajando?
El perfil del viajero mexicano también está cambiando. Las parejas siguen liderando las reservas, seguidas por familias con hijos mayores. Pero hay una tendencia que vale la pena observar: el auge del viajero en solitario. Ya no se espera a coincidir con alguien. La experiencia personal, la libertad de armar el viaje al propio ritmo y la necesidad de reconectar con uno mismo están llevando a más personas a emprender la aventura en solitario.
Curiosamente, los días en los que más se reservan actividades son lunes y martes. ¿Casualidad? No lo parece. El inicio de semana se convierte en un espacio para planear, soñar y organizar el próximo escape. Es un reflejo de cómo el viaje ya no es solo una pausa en la rutina, sino parte del estilo de vida.
Viajar ya no es solamente cambiar de lugar. Es, cada vez más, una forma de transformación. México se suma con fuerza a esta ola global del turismo experiencial, no solo como receptor, sino como protagonista. Las cifras son alentadoras, pero más allá de los porcentajes, lo importante es el cambio de mentalidad: buscamos conexión, descubrimiento y autenticidad.
Y ese, sin duda, es el mejor destino.
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