Gracias a la amabilidad de Reto diario, esta columna digital se orientará semanalmente a presentar a nuestros lectores consideraciones de orden urbano, en particular, las que atañen a las ciudades mexicanas, especialmente las poblanas, nuestra ciudad capital y nuestras ciudades menores. Esto por un interés congénito del autor de estas líneas.
Inicio pues, comentándoles que poco después del penúltimo Censo de Población y Vivienda, que como sabemos recoge cada 10 años toda o casi toda nuestra información demográfica, los especialistas del Consejo Nacional de Población, mejor conocido como Conapo, elaboraron una proyección de lo que muy probablemente será el panorama urbano de nuestro país en 2030.
Nos dicen que, dado que en 2010 registramos a 384 localidades urbanas donde habitaban 81.23 millones de mexicanos (el 72.3% de la entonces población global de 112.33 millones) los demógrafos calcularon que la velocidad de nuestro proceso de urbanización hará que en 2030 las localidades urbanas sean 961 y que en ellas habitarán 114.3 millones de mexicanos, el 83.2% de una población que se prevé será entonces de 147 millones.
Las previsiones del Conapo no pueden estar muy equivocadas. A mitad del camino, en 2020, el pasado Censo ha registrado ya a 741 localidades urbanas donde habitaban 80.7 millones de mexicanos, el 63.7 % de los 126 millones que registró el último Censo.
La proyección del Conapo provocó que ONU-Habitat, la sección del organismo internacional enfocada a las cuestiones urbanas elaborase un documento de gran interés para los mexicanos intitulado Tendencias del desarrollo urbano en México, donde nos advierte de las graves implicaciones del proceso urbanizatorio para las cuales no parecemos estar preparados:
Nuestro país, dice Habitat, “pasará de contar con 384 ciudades en 2010 a 961 en 2030 en las que se concentrará el 83.2% de la población y en donde, muy posiblemente, sea la población pobre la que predominará.”
Visualiza que “…si persiste el enfoque de movilidad que tiende a impulsar el uso del automóvil, se agudizarán las afectaciones al medioambiente y la inequidad y desigualdad socioeconómica considerando la tendencia a que las ciudades concentren …cada vez más población de bajo ingreso.” Por otra parte, “…los asentamientos humanos ilegales/informales/irregulares tenderán a expandirse por falta de oferta de suelo habitacional bien localizado, considerando que las mejores localizaciones periurbanas serán acaparadas por el mercado formal inmobiliario.”
“Esto implica un reto formidable para México, porque es en las ciudades donde se concentran las fuerzas productivas, políticas, científicas y culturales, al grado de que la prosperidad del país está depositada en ellas. Por ello es fundamental ordenarlas, y hacerlas más productivas y competitivas reduciendo en ellas sensiblemente la inequidad y desigualdad social y su huella ambiental.”
En síntesis, las tendencias de la urbanización mexicana, además de ser muy dinámicas, enfrentan riesgos derivados de una limitada institucionalidad para la gobernanza y de la persistencia de un modelo económico muy desigual e inequitativo que seguirá concentrando población de muy bajo ingreso en las ciudades.
“De no acelerarse las políticas de oferta de suelo habitacional bien localizado para las familias más pobres en las ciudades y de no replantearse la política de construcción de vivienda social, se acelerarán procesos de ocupación de suelo en zonas de riesgo y de manera irregular; igualmente, predominará la ubicación de nuevos conjuntos de viviendas sociales en las periferias alejadas de las ciudades.”
Finalmente, “…las tendencias de los gobiernos locales se orientan a un debilitamiento de la gobernanza urbana por falta de capacidades técnicas, organizativas, de información y sobre todo de recursos para enfrentar la acelerada urbanización.”
Sin duda, el patrón disperso y la forma urbana fracturada que caracteriza a las ciudades mexicanas, solo podrá reordenarse si los gobiernos municipales cuentan con mejores capacidades, pues por ahora se encuentran en una encrucijada, ya que al tiempo que se expanden las ciudades dejando grandes vacíos urbanos, los costos de mantenimiento y de infraestructura crecen, sin que se hayan instrumentado estrategias para incrementar los recursos públicos vía recuperación de plusvalías, y tampoco se han establecido programas efectivos de construcción de las capacidades locales para enfrentar los retos actuales y sobre todo futuros de la urbanización mexicana.
Me sorprende la elegante forma de decirnos que nuestras autoridades no están hoy preparadas para enfrentar el enorme reto urbano que se nos vino encima. Es claro que no podemos solo confiar en ellas. Es la sociedad civil, las universidades, los colegios de profesionales como los de ingenieros y los de arquitectos, nosotros, quienes debemos actuar ahora.
i Se puede consultar el documento en la siguiente liga:
https://onuhabitat.org.mx/index.php/tendencias-del-desarrollo-urbano-en-mexico