La LXI Legislatura en Puebla se ha convertido en el “Congreso del Corazón”, en un “parlamento de peluche”, aterciopelado, en el que no pasa nada y en el que está ausente la oposición.
Y la comparecencia del titular de la Fiscalía General del Estado (FGE), Gilberto Higuera Bernal, lo evidenció.
El fiscal poblano, uno de los pocos funcionarios estatales que ha logrado transitar y mantenerse desde la administración barbosista hasta ahora, tuvo un día de campo durante su presentación ante nuestros flamantes legisladores.
Y no podría haber sido de otra forma.
Porque ¿cómo exigirle a una cámara de diputados blandengue, como la de Puebla, atreverse a cuestionar al poderoso fiscal del estado?
¿Cómo meterlo en aprietos si estos diputados son borreguitos que siguen la cargada?
Además, no se mandan solos.
Ni los de Morena, ni los del PRI y ya vimos que tampoco los del PAN.
Pruebas: la exigencia de la renuncia de Elsa Bracamonte González como titular de la Secretaría de Movilidad y Transporte en Puebla.
Requerimiento al que prácticamente se sumaron todos los partidos como obedientes corderitos.
Ayer, por algo, nadie cuestionó a fondo a Gilberto Higuera sobre temas espinosos, agudos y graves registrados en Puebla como el feminicidio, el narcomenudeo, el huachicol, el secuestro, el abuso sexual contra menores, el homicidio doloso, la desaparición forzada y muchos otros tantos que son toda una realidad.
¿O quién de los 41 diputados y diputadas que integran la LXI Legislatura puso en jaque o en apuros al fiscal?
¿Quién fue el guapo que lo cuestionó refutándole –con cifras– el incremento de las infracciones peligrosas arriba señaladas?
El fiscal Higuera Bernal estuvo en un día de campo durante su comparecencia en el Congreso poblano y nadie puede negarlo.
¿O a poco alguien cree que al funcionario lo pudo haber cuestionado el más morenista de los diputados del partido de la 4T en la cámara, el famoso diputado del Verde, Jaime Natale Uranga?
Si el niño verde de Puebla la hace de defensor, abogado y hasta vocero del partido en el poder.
¿Y qué me dicen del “Bond poblano”, Fernando Morales Martínez, diputado de Movimiento Ciudadano?, quien está más preocupado en enquistarse en la dirigencia estatal de su partido, a costa de lo que sea, para evitar perder los 2 milloncitos mensuales que le deja ser el líder de la fuerza naranja.
¿Qué se podría esperar del ridículo diputado panista de oposición, Eduardo Alcántara Montiel, quien tiene la camiseta, los tenis y el corazón azul, pero en realidad posee una cartera guinda y tatuada con el 4 y con la T?
Si la instrucción del Rasputín Alcántara, como lo bautizaron algunos medios, es hacerle la vida de cuadritos a su partido, a la dirigencia y al presidente municipal Eduardo Rivera Pérez.
Instrucción, dicen, que vino desde que asumió la diputación por parte de su antigua jefa y de sus nuevos “amiguis”, los morenos.
Me extraña que Rafael Micalco Méndez, quien será designado pronto nuevo coordinador del Grupo Parlamentario del PAN en el Congreso, haya estado tan calladito, y no solo en la comparecencia del fiscal, sino en casi todas.
¡Che Rafa!, “¿quen pompó?”, dijera el clásico.
Y bueno, del PRI y de sus diputados, quienes tienen un ADN mitad tricolor, mitad chairo, ¿qué se puede esperar?
Los priistas, socios, amigos y compadres del gobernador Sergio Salomón Céspedes Peregrina, y ahora, por ende, de Morena, son los más felices de Puebla.
Porque son dueños del Congreso, asesores en el gobierno y proveedores del poder.
El diputado Jorge Estefan Chidiac es quien lleva mano y quien posee el mando.
Los priistas, sobre todo los amigos personales del mandatario estatal, tienen derecho de picaporte en Casa Aguayo, así que por el momento, y en lo que resta hasta el 2024, ya pidieron que nadie los esté molestando.
Néstor Camarillo Medina, el grotesco dirigente del PRI en Puebla, casi se orina de la emoción porque alguien ya le vendió la idea de que a su partido le toca la candidatura a la capital en 2024.
Y eso si el PAN y Lalo Rivera se quedan con la candidatura al gobierno del estado.
Ya sólo falta ver –en sueños– que se cumpla lo que a Néstor le contaron: que él podría ser el candidato.
Juran que aquel que le metió esa versión a la cabeza, cuando terminó la charla, se volteó y se estaba carcajeando.
¿Qué tal nuestros súper diputados?
Al rato que se les termine el hueso que no estén llorando.
¿O a poco ya se les olvidó –a los diputados– que solo están de paso?
Y ya de su reputación, mejor ni hablamos.
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