Si los poblanos no hubiésemos vivido en carne propia la desgracia que nos trajo el primer gobierno de izquierda (de Morena) en la capital poblana, a manos de la primera edil también de izquierda, Claudia Rivera Vivanco, tal vez no entenderíamos su cinismo.
Procacidad de la que hoy se ufana disque criticando al gobierno municipal de Eduardo Rivera Pérez.
Lamentablemente, así son los gobiernos de la 4T.
Son destructivos y nocivos para la verdadera democracia.
Nunca reconocen sus errores y tratan de culpar a otros de sus tropiezos infinitos.
Con Morena y Claudia como edil de la ciudad más importante del estado fueron tres años de oscuridad, de opacidad, de ingobernabilidad, de inseguridad y de traiciones lo que vivieron los poblanos.
De entrada, como aquel pasaje bíblico de los hijos de Adán y Eva, Caín y Abel, en los que se muestra la traición, la envidia, el odio y la muerte entre familiares, Claudia traicionó los supuestos ideales políticos y sociales que tanto presume y negoció con la oposición (el PAN y el morenovallismo) su triunfo en la capital.
A cambio, no movería un dedo a favor del entonces candidato de Morena al gobierno, Luis Miguel Barbosa Huerta.
Por lo tanto, el morenovallismo apoyaría su candidatura y dejaría a su suerte a Eduardo Rivera, abanderado panista, tal como ocurrió.
La estrategia morenovallista resultó y Claudia Rivera ganó la elección, su contrincante panista perdió, aunque el gobierno del estado se le quedó a la ex gobernadora Martha Erika Alonso Hidalgo, quien pereció junto a su esposo el 24 de diciembre de 2018 al caer el helicóptero en el que viajaban.
Entonces la traición de Claudia Rivera, quien había pactado con el PAN, salió a flote.
La cloaca en la que había negociado la cabeza de su candidato al gobierno se destapó y quedó al descubierto.
Me pregunto ¿cuánto vale alguien que traiciona de esta forma, a su propia familia política, a sus supuestos ideales?
Esa es Claudia Rivera.
Todo mundo sabe lo que sucedió con el desastroso gobierno que encabezó durante tres largos años.
Y quien la defienda, o de plano fue su colaborador, o es uno de sus familiares.
Porque a eso nadie se atreve.
Son muchos los datos, la información, las anécdotas y los momentos en que Claudia abuso de su poder sólo para beneficiarse.
Porque, insisto, nada hizo por la ciudad de Puebla.
¿Con qué cara y/o calidad moral sale ahora a tratar de denostar e infamar al gobierno de Eduardo Rivera?
¿Ya se le olvidaron todas las atrocidades administrativas y gubernamentales cometidas en su trienio?
¿En serio?
Porque los poblanos sí las recordamos.
Alguien debería recomendarle a Claudia callarse la boca y evitar criticar a un gobierno que rebasó a su administración desde el primer día de su gestión.
Uno de los mejores momentos en que la ex edil retrató, evidenció, expuso y descubrió la incapacidad de su administración para poder gobernar la capital fue cuando le declaró al periodista Iván Mercado, a pregunta expresa, que ella se sentía en la ciudad igual de insegura que hace 10 años.
Allí se le cayó su circo, su show y su gobierno porque prácticamente confesó que no podía con la grave inseguridad que aquejaba a Puebla capital.
Claudia, la morenista que todo lo que toca lo deshace, generó tanto caos que el exgobernador Barbosa tuvo que emitir un decreto para asumir la seguridad pública de la capital.
Tan pronto olvidó que fue ella quien dejó crecer la venta de drogas, los robos, el cobro de piso y la prostitución en la ciudad; incluso, la falta de acciones por parte de su desgobierno facilitó a grupos del crimen organizado poder irrumpir en lugares en los que no habían penetrado.
Por cierto, ¿a poco también olvidó que fue sancionada, aunque presume y se vende como supuesta feminista, por el Tribunal Electoral del Estado de Puebla (TEEP), el cual ordenó incluirla en el Registro Nacional de Personas Sancionadas por Violencia Política de Género?
Esto demostró que durante la gestión de Claudia, como nunca antes, las servidoras públicas sufrieron de acoso y todo tipo de abusos.
Está claro que la calidad moral que Claudia Rivera tanto presume es de las mismas dimensiones que sus obras públicas, que el desastre que provocó en el Centro Histórico y que el desbarajuste administrativo con el que pretendió gobernar.
¡Quien no la conozca que la compre!
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