Como anticipábamos en nuestra columna anterior, esta columna se orientará a hacer consideraciones de orden urbano. Y qué mejor que comenzar haciéndolo sobre esta hermosa ciudad nuestra en la que habitamos: Cholula, la antigua Cholollan.
Hace muchísimos años, en muchas partes del globo terráqueo, en el llamado período neolítico, los hombres dejamos de ser cazadores y recolectores de nuestros alimentos pues ya habíamos aprendido a cultivar plantas que serían nuestros alimentos; es decir, nació la actividad agrícola. Este hecho, que Gordon Childe llamó “revolución neolítica”, hizo posible que el hombre, obligado a cuidar y atender su producción agrícola, dejara el nomadismo y se tornara sedentario. Nacieron así los primeros asentamientos familiares o tribales que al crecer se transformaron en pequeñas aldeas que, al paso del tiempo, se convirtieron en villas.
Y algunas de estas villas, en su crecimiento, llegarían a convertirse en las primeras ciudades del globo. Este hecho, que los antropólogos y arqueólogos han localizado en diversas partes del planeta, sucedió primero en Mesopotamia, China e India. Y en todos los casos, a la vera de ríos o de corrientes de agua necesaria e indispensable para la agricultura.
Así, en todas partes, los dioses proveedores de agua, Tlaloc en nuestro caso, adquirieron entonces importancia innegable. Y es que, sin agua, no hay agricultura posible.
El subsuelo de la región donde se asienta Cholula es rico en humedad proveniente de los escurrimientos de los volcanes vecinos, el Popocatépetl y el Iztaccíhuatl. Así, la ciudad de Cholula y los asentamientos humanos en sus alrededores florecieron sin problema, orientados a la agricultura desde tiempo atrás.
Se sabe que esta región mesoamericana estuvo ocupada por la cultura Olmeca, población de origen asiático que se supone cruzó el Estrecho de Bering para llegar a establecerse en América.
Los antropólogos señalan a los primeros ocupantes de Cholollan como olmecas-xicalangas, un subgrupo de esa amplia cultura raíz.
El sitio que actualmente ocupa la ciudad de Cholula muestra indicios de ocupación humana por lo menos desde el Preclásico medio mesoamericano (1200-400 a.C.), lo que representa una ocupación continua desde hace más de 30 siglos.
La antigua Cholollan fue un importante centro ceremonial de Mesoamérica. Quizá por sus evidentes ventajas locacionales para la naciente actividad económica mesoamericana precortesiana y, más probablemente, por su pasado altamente relacionado con el mítico Quetzalcóatl, Cholula cobró fama como el lugar de iniciación de sacerdotes y personalidades de diversas culturas vecinas, manteniéndose así hasta la llegada de los conquistadores. Quizá por ello, algunos autores, estudiosos de Cholula, la han calificado como Ciudad Sagrada.
Y todo iba muy bien en los tiempos precortesianos hasta que los toltecas, otra gran cultura raíz, asentados en Tollan (capital del Imperio Tolteca cuyos restos se conservan hoy en la actual Tula, Hidalgo), tuvieron serios problemas políticos internos y parte de la población, encabezada por su líder Ce Ácatl Topiltzin Quetzalcóatl, alrededor del año 999 se vio obligado a emigrar hacia otros lares y así fue como llegaron a Cholula, donde fueron recibidos por los lugareños (algunos investigadores han propuesto que esta migración fue más bien un “regreso a la tierra prometida” al modo de los actuales israelitas).
En cualquier caso, ya ambas etnias en Cholula conservaron cada una su cultura propia al punto tal que las diferencias llegaron a expresarse territorialmente, en barrios diferenciados y en conflicto.
Ya en el Siglo XVI, Cholula sufrió durante la llamada Conquista. En 1519, Hernán Cortés, ayudado por guerreros tlaxcaltecas, sometió a la población tras varios días de asedio y enfrentamientos directos con los dirigentes y la población civil. Se afirma que tantos fueron los muertos que las calzadas y patios de los altares se tiñeron de rojo, corriendo la sangre como si fuera un día de lluvia.
Los frailes católicos llegados con los conquistadores quisieron minimizar el conflicto interétnico encomendando o asignando a cada uno de los grupos en pugna a dos apóstoles bíblicos y hermanos: Pedro y Andrés.
Como quiera, desde esos años Cholula contiene dos grupos representativos de dos importantes culturas mesoamericanas, la Olmeca y la Tolteca. Y quizá por ello, las autoras señaladas han calificado a Cholula como Ciudad Dual.
Por evidentes razones políticas, nuestra hermosa Cholula fue bien reconocida desde el inicio del periodo colonial. En 1537, la corona española le concedió el título de ciudad y en 1549 le otorgó un escudo de armas, distinciones de los tiempos medievales. En esas condiciones, Cholula sobrevivió tres siglos del llamado periodo colonial hasta que a principios del siglo XIX se lograría la independencia política de nuestro país.
En este periodo colonial llegaron a construirse en el valle cholulteca más de un centenar de iglesias, no llegando a las míticas 365 como se pregona aún por propios y extraños.
La historia de Cholula es fascinante y está llena de detalles y anécdotas que muestran la riqueza cultural y la importancia histórica de esta ciudad. En la próxima parte, exploraremos más a fondo cómo Cholula se desarrolló durante y después de la época colonial, y cómo estos eventos han dado forma a la ciudad que conocemos hoy.
No te pierdas la continuación de esta historia, donde descubriremos más sobre la Cholula contemporánea y su papel en la modernidad.