El Informe Regional que la presidenta Claudia Sheinbaum rindió en Puebla dejó más que cifras: mostró un ejercicio de respaldo político mutuo entre la mandataria federal y el gobernador Alejandro Armenta. Más allá del discurso oficial, el evento fue un reflejo de la alianza estratégica que ambos han tejido en los primeros meses del nuevo sexenio.
El arribo de más de 35 mil poblanos al encuentro en la capital no fue casualidad. Sheinbaum eligió Puebla como escenario no solo por su peso electoral, sino también por el acompañamiento que ha tenido de un gobernador que ha sabido alinearse con su proyecto. Desde el arranque de la administración federal, la presidenta ha visitado la entidad en múltiples ocasiones: supervisiones de programas sociales, recorridos por obras de infraestructura y encuentros con distintos sectores. En cada una de esas visitas, Armenta ha estado presente, no como actor secundario, sino como anfitrión que ofrece piso político firme.
Durante el informe, Sheinbaum subrayó logros que pretenden cimentar la narrativa de la “continuidad con cambio”:
• 850 mil millones de pesos en programas sociales ejercidos este año, con impacto directo en Puebla en pensiones, becas y apoyos productivos.
• 135 % de incremento en el salario mínimo en la última década, con efectos visibles en el mercado laboral poblano.
• Compromisos de inversión federal en el IMSS San Alejandro, el Hospital de la Niñez Poblana y la Universidad Rosario Castellanos en la entidad.
Cada dato no fue solo un informe administrativo, sino un recordatorio de que Puebla está en el mapa prioritario de la Federación.
El gobernador poblano ha hecho de ese acompañamiento su principal carta política. No se trata únicamente de estar en la foto, sino de empatar discursos y capitalizar la cercanía. Armenta respalda cada anuncio presidencial y, al mismo tiempo, empuja proyectos estatales que encuentran eco en las prioridades federales: movilidad, salud, infraestructura y programas sociales.
Su apuesta es clara: mostrarse como un operador confiable que no confronta, sino que fortalece la narrativa nacional desde lo local. Ese rol, en un estado con peso estratégico, le permite consolidar su liderazgo interno mientras gana terreno en el tablero federal.
Sin embargo, el respaldo mutuo no está exento de riesgos. Caminar junto a la presidenta implica asumir la carga de los compromisos federales: si los proyectos anunciados no avanzan en tiempo y forma, la responsabilidad política se compartirá. Armenta no solo recibe apoyo, también adquiere la obligación de convertir los anuncios en realidades palpables para la ciudadanía poblana.
El Informe Regional en Puebla fue algo más que un ejercicio de rendición de cuentas: fue un ensayo de sincronía política. Sheinbaum mostró a Puebla como vitrina de sus programas, y Armenta exhibió su capacidad de caminar junto a ella, sin fisuras ni titubeos. El desafío será sostener ese equilibrio.