Dos setos en forma de oveja y un mural con unas montañas nevadas dan la bienvenida a Barcelonnette, un coqueto pueblo francés escondido en medio de los Alpes.
Pero la pequeña “Barcelona de la Provenza” -como se la llama en el dialecto local- no espera mucho para recordarles a sus visitantes que, aunque su esencia es alpina, también lleva con orgullo el apodo de “La mexicana”.
Su nombre puede remitir a Cataluña y España -y la frontera con Italia está a nada más 31 km- pero la primera plaza del pueblo se llama Valle de Bravo, como la población del Estado de México con la que esta remota localidad se hermanó en 2004.
La Avenue Porfirio Díaz, sin embargo, existe desde hace 110 años, pues fue en 1907 que el alcalde local le pidió al siete veces presidente mexicano permiso para bautizar con su nombre “a la más bella de las avenidas de Barcelonnette”.
Y para celebrar una relación que es todavía más antigua, todos los veranos las calles de este pueblo de 2.700 habitantes se llenan de banderas mexicanas y música de mariachis.
Dos setos en forma de oveja y un mural con unas montañas nevadas dan la bienvenida a Barcelonnette, un coqueto pueblo francés escondido en medio de los Alpes.
Pero la pequeña “Barcelona de la Provenza” -como se la llama en el dialecto local- no espera mucho para recordarles a sus visitantes que, aunque su esencia es alpina, también lleva con orgullo el apodo de “La mexicana”.
Su nombre puede remitir a Cataluña y España -y la frontera con Italia está a nada más 31 km- pero la primera plaza del pueblo se llama Valle de Bravo, como la población del Estado de México con la que esta remota localidad se hermanó en 2004.
La Avenue Porfirio Díaz, sin embargo, existe desde hace 110 años, pues fue en 1907 que el alcalde local le pidió al siete veces presidente mexicano permiso para bautizar con su nombre “a la más bella de las avenidas de Barcelonnette”.
Y para celebrar una relación que es todavía más antigua, todos los veranos las calles de este pueblo de 2.700 habitantes se llenan de banderas mexicanas y música de mariachis.
Con sus elegantes trajes negros, con detalles plateados, los integrantes del Mariachi Jalisco son toda una visión en medio del paisaje alpino, generalmente dominado por los esquiadores durante el invierno y los amantes de las montañas durante el verano.
Pero en esta soleada tarde de agosto no son los únicos que deambulan por las estrechas calles de Barcelonnette luciendo sombreros de charro.
Y entre la pequeña multitud que los sigue animada, y se detiene a escucharlos en esquinas y plazas, hay muchos que exhiben una sorprendente familiaridad con su música -especialmente si se considera que la Place Valle de Bravo está a más de 9.600 km de la Plaza Garibaldi, el hogar de los mariachis en la capital mexicana.
“La gente aquí realmente sabe de mariachis”, le confirmará luego a BBC Mundo Stéphane Kochoyan, director artístico de las Fiestas Latino – Mexicanas, que se han estado celebrando en Barcelonnette todos los agostos desde hace más de 30 años.
“Por ejemplo, se dan cuenta si la trompeta entra tarde. ¡Y reclaman!”, destaca, mientras espera por una de las presentaciones nocturnas del Ballet Folklórico Magisterial de Chiapas, el otro plato fuerte del festival de este verano.
Pero, ¿de dónde viene la conexión mexicana de Barcelonnette?
¿Y cómo fue que este remoto rincón de los Alpes terminó convirtiéndose en el pueblo más mexicano de Francia?
Fortunas mexicanas
En cierta forma, la respuesta está en las llamadas “Mansiones Mexicanas”, lujosas viviendas de veraneo que, a pesar de su nombre, arquitectónicamente remiten más a la Costa Azul que a tierras aztecas.
Hay 51 en Barcelonnette y 18 en la vecina población de Jausiers. Y no tienen igual en los Alpes.
En algunos casos, cierta conexión con México se puede adivinar en pequeños detalles, como unos azulejos decorativos que adornan el friso de una ventana.
Otras la explicitan en sus nombres: una se llama Villa Puebla, hay una Villa Durango y una Villa Morelia.
Pero si se las conoce como “Mansiones Mexicanas” es porque dan testimonio de las gigantescas fortunas que numerosos emigrantes de la zona -conocidos como barcelonnettes- acumularon en aquellas tierras lejanas.
Y el majestuoso vitral que decora a la más joven y famosa de todas -la Villa Bleu, un edificio Art Déco reconocido como patrimonio del siglo XX por el Ministerio de Cultura francés- se puede leer como un rompecabezas en el que se juntan varias de las piezas clave de esa historia extraordinaria, que también es parte de la historia del México moderno.
“En la parte de arriba vemos las montañas, que pueden ser las de aquí, de los Alpes, tanto como los volcanes alrededor de Ciudad de México”, la describe Michel Armand, quien nació y vive en la capital mexicana, pero todos los años regresa a la tierra de sus abuelos.
“Luego bajamos un poquito y vemos, a la izquierda, las chimeneas de la fábrica de telas que tenían. Y a la derecha está la mega tienda donde vendían todo eso”, me orienta.
De “cajones de ropa” a grandes almacenes
Durante siglos, los habitantes del Valle del Ubaye -en el que está enclavada Barcelonnette- dedicaron los inviernos que los obligaban a abandonar sus actividades agrícolas al comercio itinerante, especialmente de textiles.
Y a eso también se dedicó originalmente la mayoría de los que se marcharon a México, incluyendo el abuelo paterno de Armand, quien abrió su primer negocio en el centro de Ciudad de México en 1905.
“Eran tienditas no muy poco glamour, como puedes ver todo es muy austero, los cajones con los rollos de tela, etc.”, explica mientras muestra una vieja fotografía en blanco y negro del local de su abuelo.
“Pero después esa tienda se volvió tan famosa que tuvieron que cambiar de lugar y después se volvió un centro comercial. Y era un centro comercial muy prestigioso, porque estaban todas las tiendas de joyería, de zapatos, todas las cosas más elegantes de México”, cuenta.
Ya poco queda de “Casa Armand”, pero entre los numerosos comercios fundados por los barcelonnettes también están El Puerto de Liverpool y el emblemático El Palacio de Hierro, que siguen siendo parte de la vida cotidiana de millones de mexicanos.
Y muchos de los más bellos edificios en varias ciudades del país en su momento también albergaron otros florecientes almacenes de barcelonnettes como El Puerto de Veracruz o Las Fábricas de Francia.
De hecho, según algunas estimaciones, a finales del siglo XIX los emigrantes del Valle de Ubaye controlaban aproximadamente el 70% del comercio textil en México y eran responsables por el 27% de toda la inversión extranjera.
A la investigadora de la Universidad de Puebla Leticia Gamboa esta cifra le parece algo exagerada. Pero la historiadora -autora de varios textos sobre el tema- no discute el protagonismo de los barcelonnettes.
Algo que también destaca Hélène Homs, la directora del Musée de la Vallée -el museo de Barcelonnette- que funciona en una de las imponentes “Mansiones Mexicanas”.
“Llegaron a tener una gran visibilidad e influencia. Eran negociantes pero también se convirtieron en los banqueros del régimen de Porfirio Díaz”, le dice a BBC Mundo.
Entre los cerca de 60.000 descendientes de barcelonnettes que se estima viven en México, Homs incluye a personalidades como el exalcalde de Ciudad de México Marcelo Ebrard y el dueño de Televisa, Emilio Azcárraga Jean.
Mientras que una caminata por entre las elegantes tumbas de mármol y granito del cementerio local también revela otros apellidos, como Derbez, lo que sugiere que lo mismo se puede decir de Eugenio Derbez, uno de los comediantes más famosos de México.
“Llegaron a tener una gran visibilidad e influencia. Eran negociantes pero también se convirtieron en los banqueros del régimen de Porfirio Díaz”, le dice a BBC Mundo.
Entre los cerca de 60.000 descendientes de barcelonnettes que se estima viven en México, Homs incluye a personalidades como el exalcalde de Ciudad de México Marcelo Ebrard y el dueño de Televisa, Emilio Azcárraga Jean.
Mientras que una caminata por entre las elegantes tumbas de mármol y granito del cementerio local también revela otros apellidos, como Derbez, lo que sugiere que lo mismo se puede decir de Eugenio Derbez, uno de los comediantes más famosos de México.
Es sin embargo en el amplio jardín de una vieja “Mansión Mexicana” que conecta con ese pasado que todos festejan a Justine, la hija de Gabriel y Beatriz y el más reciente fruto de la historia de amor entre Barcelonnette y México.
“Es una historia a la vez viva y muy vieja”, dice el orgulloso abuelo de la pequeña.
“La aventura de nuestros ancestros terminó, pero otras apenas empiezan”.