Serpientes y Escaleras
Ricardo Morales
Y Maurer solo hay uno. Un debate ha surgido en torno a las candidaturas independientes. La pregunta es ¿Si se diera una candidatura independiente en Puebla, a quién beneficiaría o en caso contrario a quién perjudica?
La respuesta simple es que a todos los partidos políticos, principalmente al partido gobernante y al PRI, el partido que representa a la administración federal, reprobada en varios rubros.
Pero yendo más al fondo del tema, la pregunta es compleja y difícil de responder, aunque en lo personal, creo que aunque en Puebla no hay condiciones para impulsar con éxito una candidatura ciudadana independiente, creo que a quien más perjudicaría una posible postulación de este tipo, es al PRI y al voto opositor y voy a dar mis razones.
Una candidatura independiente como ya lo dije, divide al voto opositor, en este caso representado en Puebla por el PRI, partido que tendría una oportunidad de ganar en el 2016, si logra despertar la inconformidad ciudadana y abanderar la causa antimorenovallista.
La estructura priista hoy por hoy tiene tres dueños: El exgobernador Mario Marín Torres, con el cual hoy todos los aspirantes del tricolor buscan aliarse y que tiene en sus manos el Comité Directivo Estatal del en la figura de Ana Isabel Allende Cano.
La segunda estructura, es la conformada por las delegaciones federales, en su mayoría comandadas por gente afín al subsecretario federal de la Sedatu, el influyente Juan Carlos Lastiri Quirós.
La tercera es la que tiene en sus manos, el excandidato del PRI a la gubernatura en el 2010 y exdiputado federal, Javier López Zavala.
Estas tres estructuras sumadas pueden dar la pelea al morenovallismo, pero no son suficientes, se necesitaría del voto ciudadano, tal y como ocurrió en el 2010, con el propio Rafael Moreno Valle, quien ganó esa elección entre otras cosas, porque logró alentar la participación social en la urnas, la cual se volcó el 4 de julio en contra del marinismo y su representante, el propio Zavala.
Moreno Valle logró convertir la elección local en un referéndum a la administración marinista y volvió la guerra en una lucha de dos, PRI contra el resto de las demás fuerzas políticas, el otro aspirante, Armando Etcheverrí, hay que decirlo solo fue un convidado a la fiesta.
Si hubiera existido en esa elección un tercero en discordia fuerte, hubiera fragmentado el voto opositor y tal vez la historia hubiera sido diferente, López Zavala con los 950 mil votos obtenidos, posiblemente se hubiera quedado con la gubernatura para el PRI, al tratarse de una elección de tercios.
Un ejemplo claro de una elección de tercios y de cómo dividir el voto ciudadano, fue lo que ocurrió en Puebla en 1998 en la elección a la de la presidencia municipal, cuando compitieron Mario Marín Torres, entonces candidato a la alcaldía por el PRI, José Antonio Díaz García abanderado del PAN y Emilio Maurer Espinosa por el PRD.
Maurer hay que decir, es el verdadero antecedente de lo que más adelante fue el fenómeno Fox y ahora el Bronco.
Maurer como directivo había hecho dos veces campeón al equipo de futbol más amado en esta ciudad, el Puebla FC.
También venía de haber llevado a la Franja a disputar su última final en el torneo del futbol mexicano frente al León, la gente lo idolatraba no solo por eso, había sido capaz de armar a uno de los equipos más históricos con Ruiz Esparza, Carlos Poblete, el Mortero Aravena, Chepo de la Torres, el Caballo Cossío, Evidaldo (Qepd), Javier “el Chicharito” Hernández, Marcelino Bernal, Arturo Álvarez, Edgardo Fuentes y otros.
Pero quizá el punto culminante de Maurer, que encarnaba al perfecto “rebelde sin causa” fue su lucha en contra del todo poderoso emporio de Televisa y el “Tigre” Azcárraga.
Maurer electo presidente de la Federación Mexicana de Futbol, decidió abrir las trasmisiones de la selección, en ese entonces propiedad exclusiva del todo poderoso grupo televisivo a la competencia, la afrenta del poblano, la pagó caro en lo personal Maurer y el equipo.
El entonces gobernador, Mariano Piña Olaya fue presionado por la poderosa empresa televisiva, la cual comenzó a perseguir a la Franja, el gobierno le impidió al Puebla jugar en el estadio Cuauhtémoc y ahí comenzaron las cuitas del cuadro poblano, las cuales aún no acaban y ya con dos descensos a la primera división A. Maurer terminó en la cárcel.
Pero volviendo al tema de la elección de 1998, Maurer era el hombre ideal para dividir al voto ciudadano, si bien es cierto que el PAN era gobierno con Gabriel Hinojosa al frente, el PRI necesitaba precisamente dividir el voto antiPRI y Maurer hizo a la perfección su papel, tanto que estuvo a punto de ganar la elección.
Cuando Mario Marín y los operadores de la estrategia se dieron cuenta de que se les podía pasar la mano, apretaron al supuesto “candidato ciudadano” (Maurer), quien aun así le dio al PRD una votación histórica de 120 mil sufragios en aquella elección.
Dicho lo anterior, sostengo que un candidato ciudadano, suponiendo sin conceder, que no tenga ligas con ningún partido político o grupo de poder, solo serviría para dividir al voto antimorenovallista, ese que sueña con sacar de casa Puebla a este grupo político.
Solo el PRI tiene opción real de poder competir contra el morenovallismo, pero para ello, debe de elegir un candidato que en primer lugar una a todos los grupos (las tres estructuras ya antes señaladas) y que pueda aglutinar a todo el voto opositor, de lo contrario con su voto duro, no le va alcanzar y menos si en la boleta hay un candidato ciudadano.
Quien podría haber aprovechado la coyuntura que se presenta en Puebla, era el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) de Andrés Manuel López Obrador, partido que “sospechosamente”, renunció a su papel de oposición en Puebla y Tlaxcala, pero esa, esa es otra historia.
Ricardo Morales Sánchez
