Se hacen llamar Asociación de Empresas de la Construcción (Aeco), según ellos, realizan obra pública.
Su ideólogo y creador es un personaje del “bajo mundo” llamad Aristeo Reyes, mejor conocido como “el buen ladrón”, si como el bíblico Dimas, personaje citado en algunos evangelios que se dedicaba a asaltar en los caminos de la antigua Judea, el cual fue capturado por los romanos y crucificado a la derecha de Jesús, al igual que Gestas.
A Reyes lo bautizaron como el buen ladrón sus conocidos porque roba, pero tiene, según ellos, buen corazón.
Aristeo “el buen ladrón” creo la Aeco, según ellos como una forma de disidencia en contra de la Cámara Mexicana de la Construcción (Cmic), controlada por José Antonio Quintana Fernández, el líder local del Yunque y su yerno, José Antonio Escalera, quienes chantajeaban al gobierno y se quedaban con todas la prebendas de la obra pública estatal y municipal, para ellos y su selecto grupo de amigos.
Reyes al percatarse de este, decidió crear su propio organismo, para faltaba más, ser él quien ahora pudiera chantajear a los gobiernos en turno, para obtener jugosos contratos de obra pública y hay que decir que logró su objetivo.
La Repeco o Aeco vivió verdaderas épocas de oro auspiciada en una inicio por el gobernador Marín y sus entonces secretario de obras públicas, mi amigo, Javier García Ramírez, quien le otorgó todo tipo de canonjías a este ingrato personaje, el cual cuando vio que el marinismo entraba en crisis, se arrojó a los brazos del dogerismo, lo que ocasionó su ruptura con García Ramírez.
Aristeo obtuvo buenos contratos del entonces alcalde, incluso desplazó a Maclovio Hernández quien a su vez se arrojó a los brazos del marinismo y su habilidad política, le permitió trascender.
Se volvió uno de los constructores consentidos de la primera mujer en gobernar Puebla, es decir, de Blanca Alcalá Ruiz.
Su trienio de mayor poder se dio precisamente con Alcalá, Aristeo decidía a quien darle obra pública y a quién no. Eran comunes sus reuniones en una casa de la colonia La Paz.
Basta recordar que Reyes, quien realizó las obras del paseo Bravo y también del mercado de sabores, dos de la obras, si se le puede llamar emblemáticas de Alcalá.
El “buen ladrón” intentó colarse sin éxito dentro de la campaña del candidato del PRI a casa Puebla, Javier López Zavala y también dentro de la de Rafael Moreno Valle, pero también fracaso.
La buena estrella de Aristeo comenzó a declinar y se tuvo que ir a refugiar ahora como empresario del sector turístico.
Reyes abrió un hotel boutique en el centro histórico de la ciudad de Puebla, desde donde siguió controlando a la Repeco o Aeco, o sepa Dios como se llama, ese dizque organismo empresarial.
Hoy los tiempos de la sucesión son vistos por este funesto personaje, como los tiempos de la revancha.
Reyes dice que va con todo y juega a dos cartas, Doger su ex mecenas o Alcalá su expatrocinadora.
Desde las cloacas se ha dado a la tarea de decir que si estos dos personajes gana, él y solo él, volverá a manejar la obra pública de Puebla y que su reino no tendrá fin. ¿Será?
La mafia de la obra pública busca recuperar el terreno perdido, como viles ladrones preparan al golpe en contra de Tony Gali, en busca de que vuelvan los años de gloria, para poder saquear a Puebla.