El semáforo detuvo la marcha de los vehículos y, con él, cualquier posibilidad de escape. En ese instante, el automovilista quedó atrapado entre el tránsito cotidiano y la violencia que irrumpió sin aviso en el cruce de la 25 Poniente y el bulevar Atlixco, uno de los puntos más transitados de la ciudad de Puebla.
Un automóvil gris se colocó frente a su camioneta negra. De inmediato descendieron dos hombres encapuchados. No dudaron, no miraron alrededor, no mostraron prisa. Actuaron con la tranquilidad de quien sabe que no habrá consecuencias.
Uno de ellos apuntó con un arma de fuego. El mensaje fue claro: bajar del vehículo y obedecer sin cuestionamientos. El conductor lo hizo. Abrió la puerta trasera con el nerviosismo a flor de piel, mientras sus manos buscaban la mochila que llevaba consigo. Dentro había dinero en efectivo. No hubo forcejeo, ni gritos, ni auxilio. Solo miedo.
Las imágenes que comenzaron a circular en redes sociales exhiben algo más que un asalto: muestran a un ciudadano paralizado, solo, sin respaldo institucional alguno. Alrededor, los autos continúan su marcha. Nadie interviene. Ninguna patrulla aparece. Ninguna autoridad responde.
El sujeto que vestía sudadera roja tomó la mochila y caminó hacia el lado opuesto del vehículo, donde su cómplice ya lo esperaba. Segundos después, ambos subieron nuevamente al automóvil gris y se alejaron con rumbo a la carretera federal a Atlixco, sin ser perseguidos, sin ser interceptados, sin enfrentar obstáculo alguno.
El atraco quedó registrado en un video de poco más de un minuto, suficiente para evidenciar la normalización del delito y la ausencia total de vigilancia en una de las vialidades más importantes de la capital poblana.
Hasta ahora, se desconoce el monto de lo robado y si la víctima presentó una denuncia formal. Lo que sí quedó registrado –y expuesto– fue la fragilidad de cualquier automovilista que se detiene en ese cruce y la certeza de que, frente a los delincuentes, la autoridad simplemente no estaba.

