Este año, el Instituto Tecnológico de Tehuacán (ITT) cumplió 50 años de vida y de ser la casa de estudios superiores más importante de la región, pero, paradójicamente, en este 2025 es la primera vez que sus miles de alumnos podrían perder un curso escolar y como nunca, muchos de los educandos sienten rabia, decepción, malestar por las condiciones que privan en el ITT. El fondo del problema se reduce a algo claro y grave: la Secretaría de Educación Pública (SEP) federal no sabe escuchar y entender a los estudiantes.
Resulta lamentable que el actual secretario de Educación, Mario Delgado, se ha destacado porque tiene mucha empatía con la clase política de la 4T en Puebla. Lo mismo se le ve seguido en actos oficiales, que en conciertos o reuniones sociales realizadas en la capital poblana. Y pese a ese activismo, no muestra el mínimo interés por escuchar a la comunidad estudiantil del ITT.
El ITT es parte de la Dirección General del Instituto Tecnológico Nacional de México, el cual, aunque es un órgano descentralizado con autonomía técnica y académica, está bajo la supervisión y tutela de la SEP federal.
Todo el conflicto de Tehuacán se reduce a la intolerancia, negligencia y testarudez de una sola persona: Faustino Sergio Villafuerte Palavicini, el director del instituto, que nunca ha querido dialogar con los estudiantes, que no hace nada para revertir el grave deterioro material del ITT y que se niega a transparentar el uso de los recursos económicos de la institución.
Él fue quien provocó el conflicto por no dar cuenta del dinero que se utilizó en el 50 aniversario del ITT.
Al mismo tiempo, hay una actitud obstinada de la SEP federal de no moverlo del cargo por nada, se prefiere que los 4 mil alumnos pierdan el semestre, luego de que se ha prolongado por mes y medio el paro de labores en ese centro educativo.
Faustino Sergio Villafuerte es un personaje ajeno a Tehuacán. Llegó a esta ciudad en diciembre de 2022, proveniente del Instituto Tecnológico de Tlaxiaco, Tlaxcala. Desde entonces muestra una cerrazón a los problemas del alumnado.
Una muestra de ello es que, en los últimos tres años, durante el periodo que lleva al frente del ITT, nunca emitió la convocatoria para elegir al nuevo Comité de Alumnos, que es el canal que antes se utilizaba para que los directivos del tecnológico pudieran conocer las inquietudes de los escolares.
Una semana antes de que estallara el conflicto –que inició el 15 de octubre de este año– el director se dignó a anunciar que, ahora sí, se elegiría dicha representación del alumnado. Una decisión tardía y ya innecesaria.
Alguna vez ofreció una rueda de prensa para ufanarse de que él estaba abierto al diálogo y la negociación. Pero resulta que solo convocó a cuatro medios de comunicación a su conferencia, a los demás periodistas de la región los excluyó.
Cuando ya se marchaba de ese encuentro con la prensa, un grupo de alumnos lo interceptó y le pidieron sentarse a revisar los problemas de la institución. El dijo que sí, que estaba listo para negociar. Lo citaron en la Presidencia Auxiliar de Santa María Coapan y simplemente no llegó a la cita con los jóvenes que lo convocaron.
No hay ni papel higiénico
Desde hace mucho venía creciendo el malestar en el instituto. Los estudiantes crearon los sitios en internet llamados “Realidad ITT”, en donde se muestran imágenes de las condiciones deplorables del plantel.
Las fotos muestran mingitorios inservibles o desbordados de orines. Mobiliario oxidado y arrumbado. Tuberías rotas, plafones desprendidos y basura acumulada.
Lo más grave: los laboratorios tienen reactivos viejos, escasez de insumos, instalaciones dañadas y los aparatos en franco deterioro, que para sujetarlos se usan cintas de aislar, pinzas de electricista o cualquier objeto.
Resulta contradictorio que, por un lado, se tiene el proyecto gubernamental de convertir la región de San José Chiapa como “el nuevo Silicon Valley” de México, la capital de la tecnología de semiconductores, y por otro lado, en Tehuacán los alumnos de una institución tecnológica no tienen lo esencial como papel higiénico en los baños, insumos para que funcionen los laboratorios y aulas iluminadas.
“La gota que derramó el vaso” fue la siguiente: el ITT surgió en 1971 como una escuela de nivel medio superior, ya que se tenía las carreras técnicas en Contabilidad, Laboratorista Químico, Electrónica y en Sistemas Electromecánicos. En sus inicios no tenía un edificio propio, le prestaban unos salones del Centro Escolar Venustiano Carranza.
Años más tarde, la poderosa familia Romero, propietaria de un imperio avícola, donó 7.5 hectáreas para la construcción del campus del ITT, mismo que fue inaugurado el 1 de octubre de 1975. En ese mismo año inició la impartición de la primera licenciatura en: Administración de Empresas en Ingeniería Civil.
Por esa razón, en octubre de este año, el director Sergio Villafuerte Palavicini organizó el 50 aniversario de la institución, que incluía un ciclo de conferencias y talleres, así como obsequios para los alumnos que, se supone, estarían relacionados con sus actividades académicas.
Los alumnos narran que les pidieron cooperaciones obligatorias, algo difícil de cubrir para estudiantes de una institución pública. Muchos de los escolares no son de Tehuacán y provienen de comunidades campesinas e indígenas.
Lo primero que sorprendió a los alumnos, es que hubo muchos patrocinadores en torno al festejo.
Luego, el ciclo de conferencias fue muy pobre y, por si fuera poco, se cobró para tener derecho a ingresar.
Y, al final, a los alumnos únicamente le tocó: una camiseta.
Pidieron una explicación del destino de los patrocinios y de las cooperaciones. Les respondieron que no era de su incumbencia.
Entonces brotó la chispa de la inconformidad.




