Los resultados finalmente están aquí: Zohran Mamdani es el nuevo alcalde electo de la Ciudad de Nueva York, el primer inmigrante en casi cincuenta años en ocupar el cargo. Pero lo verdaderamente histórico no es solo su origen o su triunfo personal, sino lo que su elección revela sobre el pulso político y social de una ciudad que, tras años de crisis, polarización y desconfianza, vuelve a encontrarse en su diversidad.
En esta elección, los inmigrantes no fueron únicamente un tema de campaña: fueron el motor. Barrios enteros con mayoría de población migrante –de Jackson Heights a Sunset Park, del Bronx a Inwood– registraron una participación sin precedentes. Muchas de las comunidades que hace apenas cuatro años se inclinaron hacia el discurso de “ley y orden” de Donald Trump, hoy se movilizaron detrás de una narrativa opuesta: la de la justicia económica, la inclusión y el derecho a existir con dignidad.
Mamdani, hijo de inmigrantes ugandeses de ascendencia india, representa una generación que ya no pide permiso para ser parte del debate político: lo exige. Su discurso de victoria lo dejó claro al agradecer a bodegueros yemeníes, abuelas mexicanas, cocineros trinitenses y tías etíopes. Es la imagen viva de un Nueva York que ya no se mira en Wall Street, sino en los mercados, las calles y los oficios que mantienen a la ciudad en pie.
Durante décadas, los inmigrantes fueron tratados como fuerza de trabajo, no como fuerza política. Esa lógica empieza a resquebrajarse. La victoria de Mamdani refleja años de organización silenciosa: la de los vendedores ambulantes que pelean por licencias, las trabajadoras domésticas que exigen protecciones, los jóvenes indocumentados que se niegan a vivir en la sombra.
Lo que está en juego ahora es si la ciudad podrá estar a la altura de esa coalición que la llevó hasta aquí. Porque la victoria de Mamdani no es solo la de un político progresista, es la de un tejido urbano que ha resistido la desigualdad, el desplazamiento y la xenofobia. Nueva York, en su aparente caos, sigue siendo un laboratorio de democracia.
Y en ese laboratorio, la elección de Mamdani es una especie de experimento cívico: ¿qué pasa cuando los invisibles deciden volverse visibles? ¿Qué ocurre cuando la ciudad más diversa del país se atreve a tener un alcalde que se parece, por fin, a la mayoría de su población?
Las respuestas no llegarán de inmediato, pero una cosa es cierta: la política neoyorquina acaba de cambiar de idioma, de acento y de horizonte. Por primera vez en medio siglo, los inmigrantes no solo votaron, también ganaron.
Desde la Gran Manzana
La campaña de Zohan Mamdani da un vuelco a lo que tradicionalmente ocurría en la política en la Ciudad de Nueva York. De nada sirvieron los 40 millones de dólares que recaudó Andrew Cuomo para su campaña ante Mamdani y su carisma que, al más puro estilo de López Obrador, hizo una campaña de tierra, casa por casa, particularmente en los vecindarios donde en las primarias no alcanzó el triunfo y que salvo algunas excepciones… a la hora de la verdad terminaron votando por él…
Mención aparte merece el ejército de voluntarios que desde el año pasado comenzó a apoyar al alcalde electo en su campaña para conquistar el voto de la clase trabajadora, de los artistas ricos y bohemios de Park Slope y de los inmigrantes latinoamericanos de Queens. En esta campaña cabe señalar el esfuerzo de Make Your Road, una organización sin fines de lucro, orgullosamente encabezada por migrantes de origen mexicano, que desde el día cero apostó por Mamdani…




