Al menos siete veces, agradeció José Chedraui Budib al gobernador su apoyo al ayuntamiento que encabeza.
Al menos siete veces, el alcalde de Puebla hizo una pausa para hacer un reconocimiento al respaldo que Alejandro Armenta Mier le ha dado.
Al menos siete veces, el edil le extendió su mano y mostró gratitud –un rasgo escaso entre políticos de hoy y de ayer.
A todo mundo le quedó claro que, pese a todo pronóstico –son de grupos políticos totalmente distintos y llegaron por vías diferentes al poder–, la relación entre ambos si bien no es perfecta, es –ha sido– muy buena.
En un año –que a muchos se les ha hecho una década–, José Chedraui ha logrado transitar en términos más que cordiales con un gobernador que ejerce todo el poder todo el tiempo porque sabe que ese, el poder, ni se parte ni se reparte ni se comparte.
A diferencia de lo que los capitalinos vieron y vivieron en las épocas de Manuel Bartlett-Rafael Cañedo, Melquiades Morales-Mario Marín, Mario Marín-Enrique Doger, Rafael Moreno Valle-Eduardo Rivera y Miguel Barbosa-Claudia Rivera (auténticas luchas de lodo y odio, que solo causaron atraso social y polarización), la convivencia Armenta-Chedraui ha sido notablemente diferente.
El alcalde ha respetado total y absolutamente la jerarquía del gobernador y el gobernador ha sido generoso y solidario con el alcalde –hasta donde su investidura y voluntad se lo han permitido.
Incluso, el propio Alejandro Armenta, al hacer uso de la palabra este miércoles durante el primer informe de labores de José Chedraui, resaltó que ambos han construido una buena relación desde la campaña electoral de 2024 y han logrado recuperar la armonía entre el Gobierno estatal y el gobierno municipal.
Una armonía que pocas veces ha existido entre el gobernador y el alcalde en funciones en la historia moderna de Puebla.
Se acabó, dijo el mandatario, esa época en que gobernador y alcalde “se echaban la bolita” de los problemas de la capital, en especial en temas de seguridad.
Sí, a todos los presentes –y ausentes– este miércoles en el Auditorio de la Reforma, quedó claro, clarísimo, que Armenta y Chedraui caminan en consonancia.
Sin embargo, no todo lo que brilla es oro y es ahí, precisamente, donde se encuentra el mayor reto del presidente municipal capitalino de cara a su segundo año de gobierno.
Y es que si José Chedraui quiere aspirar realmente a la reelección, tiene la enorme misión de pasar esa buena relación a otro nivel y lograr convertirse en “el candidato de Armenta” para 2027.
Si bien este miércoles subrayó que los actuales “no son tiempos electorales” para él –aunque la presencia de los dirigentes nacionales y/o locales de los cinco partidos que lo postularon: Morena, PT, PVEM, Nueva Alianza y Fuerza por México mostró otra cosa–, la realidad es que la candidatura (y en todo caso la repetición en el cargo por tres años más) pasa –sí o sí– por la oficina principal del cuarto piso del Edificio Ejecutivo del CIS de Angelópolis.
Y al menos hasta hoy el gobernador ha lanzado todas las señales en un sentido: sus cartas para 2027 despachan en otras oficinas y responden a los nombres de José Luis García Parra –el jefe de Gabinete– y Laura Artemisa García Chávez –la presidenta del Congreso del estado.
En la política poblana –así lo dicta la ortodoxia sexenal– nadie se mueve sin la autorización –o el aval expreso– de 01 y tanto García Parra como García Chávez han empezado a actuar en consecuencia, con una exposición mediática y política que no hace sino despejar cualquier duda al respecto.
Alejandro Armenta tiene simpatía, armonía, amistad y hasta química con José Chedraui, un hombre educado, agradecido y de buenas intenciones que ha correspondido a su manera al buen trato recibido por el titular del poder Ejecutivo.
Sin embargo, no parece ser –al menos hasta hoy– su primera opción para las elecciones intermedias, esas que ya están en la boca y en la acción de todos y todas –aunque todos y todas juren lo contrario.
¿Está José Chedraui en condiciones de convertirse en “el candidato del gobernador”?
Sí, sin duda, y ese es el gran reto que, además de los baches y la inseguridad, tiene por delante, a partir de hoy.
A su favor juegan al menos cuatro factores:
El primero: es el más conocido y el de mayor intención de voto, por obvias razones, en las encuestas –las públicas y las privadas–, y eso difícilmente cambiará de aquí a 2027.
El segundo: es a la fecha el único que puede presumir el respaldo de los partidos aliados a Morena; incluso Morena, a nivel nacional, lo tiene bien valorado.
El tercero: las relaciones empresariales y políticas nacionales que tiene –aunque es materia de otro análisis si sus nexos con el exgobernador y titular del INM, Sergio Salomón Céspedes Peregrina, son a favor o en contra.
Y el cuarto: el tiempo. De aquí a la hora de las decisiones, mucha, mucha agua correrá por el río, y todo –hasta lo inimaginable– puede suceder; no obstante, el tiempo que tiene para construir con inteligencia y precisión, es uno de sus recursos más valiosos.
José Chedraui sabe perfectamente que si el gobernador no quiere, difícilmente podrá reelegirse.
Es de primaria. Regla no escrita del poder.
Aunque habrá factores nacionales que influirán, Alejandro Armenta llevará mano –o, en el peor de los casos, derecho de veto– en la elección de los perfiles que aparecerán en las boletas electorales e irán a las urnas.
Al alcalde capitalino nadie lo ve confrontándose, o rebelándose, a una resolución adversa: de ser así, disciplinado, se sumará generoso al candidato o la candidata elegida.
Pero tiene todo –absolutamente todo– para crear sus propias circunstancias, edificar las condiciones adecuadas y enfilar una reelección que se daría por hecha observando, sobre todo, el patético panorama de una “oposición” (PAN y PRI) que no se cansa de dar vergüenza y nauseas.
“Vamos por el camino correcto (…) Falta mucho por hacer (…) No le voy a fallar a Puebla…”, expresó José Chedraui, en distintos momentos, a lo largo de su informe.
Un informe que convocó a toda la clase política poblana y que, en esencia, marcó el banderazo de salida hacia el 2027.