Rodolfo Ruiz R. / La Corte de los Milagros
Los resultados de las elecciones del 7 de junio tienen muy optimistas a los priistas, quizá demasiado e ilusoriamente, como si para los comicios locales del 2016 ya tuvieran medio triunfo en la bolsa.
Un reflejo de esta euforia triunfalista es el creciente número de aspirantes a la minigubernatura.
De los dos o tres que había hace apenas 15 días —Blanca Alcalá Ruiz y Enrique Doger Guerrero— ahora la lista llega a siete o más, incluyendo los nombres de Alejandro Armenta Mier, Jorge Estefan Chidiac, Víctor Giorgana Jiménez, Juan Carlos Lastiri Quirós y Javier López Zavala, más los que se acumulen esta semana.
Dicha lista está, por supuesto infladísima, considerando factores como el conocimiento que de ellos tienen los electores, la confianza que inspiran y su potencial de voto, así como los grupos o estructuras de apoyo con que cuentan no solo en la capital sino a lo largo y ancho del territorio poblano.
Los priistas deben entender que los cómputos del pasado proceso electoral no obedecen a un triunfo del PRI, sino a una derrota del morenovallismo.
De los siete aspirantes mencionados, hay algunos cuyo conocimiento es muy marginal, circunscrito a una región o a ciertos municipios, y que por lo mismo carecen de posicionamiento o tienen una bajísima intención de voto; otros que son más conocidos, pero con un alto, altísimo porcentaje de negativos o desaprobación por la imagen pública que proyectan; y otros con atributos más positivos que negativos, pero que carecen de una estructura estatal o son percibidos con desconfianza por incumplir acuerdos con los grupos, organizaciones y partidos aliados al PRI.
Como el lector podrá observar, el PRI está lejos de contar con un candidato ideal.
En lo personal creo que el abanderado priista a la minigubernatura no saldrá de ninguno de los tres diputados federales electos el 7 de junio: Armenta, Estefan y Giorgana.
Tampoco veo al subsecretario federal de la Sedesol, al menos para los comicios del primer domingo de julio de 2016.
De los tres aspirantes restantes, la senadora Blanca Alcalá Ruiz es la menos convencida de participar, pues ella quisiera ser gobernadora de seis años y no de un año ocho meses.
Doger parece el más entusiasmado con la minigubernatura, pero es visto con recelo por sus compañeros de partido, por sus vaivenes ideológicos, y con cierta debilidad a consecuencia de su falta de estructura estatal.
López Zavala sí cuenta con grupos a lo largo y ancho del territorio poblano, y también con largo kilometraje de giras y recorridos como diputado federal. Sin embargo la sombra del marinismo y de la derrota electoral de hace cinco años parecieran pesarle demasiado, aun cuando hoy se encuentre alejado mas no enemistado con el ex gobernador Mario Marín Torres.
Alcalá, Doger o Zavala pueden convertirse en la opción del PRI en el 2016, pero si —y solo si— logran sumar a su causa y construir una amplia coalición con otros partidos como el PVEM, Encuentro Social y, por qué no, Nueva Alianza.
El que obtenga el respaldo mayoritario de los priistas podría asegurar la nominación, mas no la gubernatura aunque solo sea por un año ocho meses.
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