No solamente está caminando una sucesión muy adelantada en el municipio de Puebla, sino se empieza a configurar el mismo escenario que ha provocado un fuerte malestar en las bases de la 4T, que es la posibilidad de que la próxima candidatura de Morena a la alcaldía de la capital quede en manos de un político ajeno al movimiento obradorista y cuya esencia esté más identificada con el viejo PRI o con la derecha.
Hasta ahora hay cuatro figuras que, con diferentes ritmos y estrategias, ya están construyendo alianzas, realizando proselitismo y estudiando el terreno para buscar alcanzar la nominación de Morena que se definirá a finales de 2026.
De ellos, tres se destacan porque no tienen una identificación morenista y su incorporación al partido de Regeneración Nacional ha sido reciente, luego de alcanzar cargos públicos por la vía de la 4T, o de plano ni siquiera están integrados plenamente a este espectro político.
Es el caso de Laura Artemisa García Chávez, la presidenta del Congreso del estado, que ha iniciado de lleno una campaña política para intentar obtener la nominación de la 4T, aprovechando el buen liderazgo que ha sembrado como cabeza del Poder Legislativo. Sin embargo, fue hasta enero de este año, ya siendo diputada local, que solicitó su afiliación a Morena.
García Chávez se destacó como líder del magisterio poblano, al encabezar por varios años a un sindicato disidente de la Sección 51 del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, actividad que desarrolló a la par de ser un cuadro destacado en el PRI, que la llevó a participar en las campañas electorales de los priista Javier López Zavala y Enrique Peña Nieto, cuando el primero compitió por la gubernatura de Puebla y el segundo, por la Presidencia de la República.
Un segundo actor es el actual alcalde de la capital, José Chedraui Budib, cuyo equipo cercano ha definido que será hasta mediados del próximo año cuando se tentará el terreno político-electoral para determinar si hay condiciones para que el edil busque la reelección.
Su imagen como presidente municipal no es mala, sobre todo por su carácter afable; pero los resultados de su gobierno dejan mucho que desear. Solo hay que ver la incapacidad del Ayuntamiento para arreglar el asfalto de la ciudad.
Chedraui Budib nació, creció y se desarrolló en el PRI, donde fue dirigente del partido en la capital y diputado local por el tricolor. Durante el morenovallismo buscó afanosamente la candidatura a la alcaldía, empresa que nunca se concretó pese a su cercanía con el presidente Enrique Peña Nieto.
Desde 2021 y hasta inicios de 2023, José Chedraui estuvo en “el radar” del entonces alcalde de la ciudad de Puebla, el panista Eduardo Rivera Pérez, quien consideraba que el empresario textil podía ser una buena opción como candidato a presidente municipal de una alianza electoral entre el PRI y el PAN.
Ese proyecto dio un viraje en 2023, al recibir el respaldo del gobernador sustituto de Puebla, Sergio Salomón Céspedes Peregrina, para que probara suerte en la 4T, donde alcanzó su propósito de ser alcalde de la capital.
José Chedraui presentó su solicitud para ser militante de Morena en agosto pasado, es decir, 10 meses después de convertirse en alcalde. Sin duda, un grave error que lo exhibe como alguien alejado del universo de la 4T.
El tercer aspirante es el diputado federal José Antonio Gali López, hijo del ex gobernador José Antonio Gali Fayad.
El legislador es joven, es popular, nunca ha estado involucrado en escándalos de corrupción y ya recorre frecuentemente el municipio para ganar popularidad. Se sabe que está visitando a líderes sociales y gremiales para ir tejiendo alianzas.
Es el único que no milita en Morena. La apuesta es que pudiera ser candidato externo por una alianza del PVEM, que es el partido que lo convirtió en legislador en 2024, con el instituto de Regeneración Nacional.
La carrera de Gali López nació en el morenovallismo, pues en esa época se convirtió en diputado local del PRD, partido con el que nunca tuvo una buena interacción. Posteriormente fue un alto funcionario del gobierno panista del entonces mandatario Rafael Moreno Valle Rosas.
Un aspecto muy importante es que su padre, José Antonio Gali Fayad, cuando fue alcalde de la capital y durante un año con ocho meses gobernador de Puebla, mostró ser un político pragmático y con mucha capacidad de diálogo, de acercamiento, con todas las fuerzas políticas. Desde ahí sembró importantes relaciones con dirigentes de la 4T, que ahora podrían funcionar a favor de una hipotética candidatura de su hijo a la alcaldía de la capital poblana.
De los cuatro aspirantes que ya se mueven para buscar la postulación de la 4T en la Angelópolis, el único que es un político “orgánico” de Morena, que siempre ha estado en el movimiento obradorista desde su origen, es Alejandro Carvajal Hidalgo, quien gracias a esa identificación le ha permitido ganar tres veces una diputación federal por la ciudad de Puebla.
Si él fuera el candidato a la alcaldía, sin problema, tendría un fuerte respaldo de las bases de la 4T. Todo mundo lo ve como un personaje congruente con las tesis de Morena, fiel a la causa obradorista y ha sido un destacado diputado federal, que atiende las causas de movimiento sociales.
En mucho, este comportamiento se debe a que antes de incursionar en la vida partidista, dirigió el Barzón poblano.
El principal obstáculo que enfrenta Carvajal, no de ahora, sino desde hace tres años, es que tiene la suficiente popularidad, aceptación y respaldo de las bases de la 4T, pero no de la cúpula partidista que decide las candidaturas.
Frente a este escenario surge una duda básica: ¿cuánto más van a tolerar los electores obradoristas apoyar a candidatos ajenos a la 4T?