Durante la misa dominical celebrada en la Catedral de Puebla, el obispo auxiliar de la Arquidiócesis, Francisco Javier Martínez Castillo, hizo un llamado a los fieles a mantener viva la fe como fuerza transformadora frente a la indiferencia, el egoísmo y la violencia que afectan a la sociedad.
En su homilía, Martínez Castillo elevó oraciones por el descanso eterno de Willebaldo Chavarría, comerciante de Tlaxcala encontrado sin vida en Puebla; de Julio Armando Torres Dolores, empresario de Tecamachalco localizado también sin vida en Acatzingo, y de Jimena Santa Flores Rivera, estudiante de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP) fallecida tras ser atropellada por una unidad de la RUTA.
“Pidamos a Dios que nuestra fe mueva las montañas de la indiferencia y el egoísmo. Que podamos mirar y ayudar a quienes caminan con un rostro de dolor por las calles”, expresó el obispo auxiliar al recordar a las víctimas y sus familias.
Reflexión sobre el sentido de la fe
El prelado cuestionó a los feligreses sobre el verdadero significado de la fe en la vida diaria: “iluminados por la palabra de Dios, debemos cuestionarnos seriamente nuestra fe. ¿En qué creemos? ¿En quién confiamos? ¿A quién le estamos regalando nuestro corazón? Si nuestra fe no es en Jesús, seguirá siendo más pequeña que un granito de mostaza”.
Asimismo, explicó que la fe no debe confundirse con el simple deseo de que las cosas sucedan a conveniencia personal.
“Parece que la fe consistiera en apretar los ojos, pedir deseos y al abrirlos verlos cumplidos; eso no es fe. La fe es un regalo de Dios, no una capacidad humana. Es confianza que nos conduce y sostiene”, dijo en representación del arzobispo Víctor Sánchez Espinosa.
La fe como compromiso social
El obispo auxiliar subrayó que la manera en que cada persona vive refleja al Dios en el que cree, y que la fe debe manifestarse especialmente en momentos de adversidad.
“Ante la muerte, el dolor, la angustia y la desesperación, el Señor nos dice que confiemos”, afirmó.
Finalmente, pidió a la comunidad católica cultivar su fe a través de la solidaridad con los más necesitados: “a los que sufren, quienes están tristes, los rechazados, los inmigrantes, aquellos que nos muestran el rostro doloroso de Jesús caminando en nuestras calles”.