Con su arenga, la noche del 15 de septiembre, Claudia Sheinbaum envió un mensaje claro: el sello de su gobierno de izquierda y feminista.
Además, la presidenta utilizó un vestido nahua diseñado por la bordadora tlaxcalteca Virgina Arce, como muestra de su interés por lo nacional.
El discurso feminista se hizo presente al despojar del clásico “de Domínguez”, al referirse a Josefa Ortiz Téllez-Girón, y mencionarla con su apellido de soltera.
Ese hecho marcó una distancia del discurso más bien machista que mostraba sin empacho Andrés Manuel López Obrador.
Sus diferencias comienzan a ser más obvias y se polarizan aún más con los últimos sucesos en materia de combate real al crimen organizado.
La presidenta hizo bien al mostrarse segura y muy seria en la ceremonia del Grito, al arengar con voz firme y muy fuerte, con vigor.
La primera vez en que una mujer se asoma como protagonista y no como invitada al balcón presidencial fortaleció la imagen política y social de la presidenta.
Más aún, las menciones en las vivas a las mujeres indígenas y de Gertrudis Bocanegra continuaron la idea del “llegamos todas”.
No pienso en una retórica populista sino en una convicción que le permitió a la presidenta mostrarse tal cual es. Y su mejor escenario no fue el monólogo de la mañanera creado por AMLO sino un zócalo con decenas de miles de mexicanos con esperanza.
Muchas gracias. Nos vemos la próxima aquí y en mis redes como @erickbecerra1.
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