El mayor conflicto social que actualmente se vive en el valle de Tehuacán es el que se provocó por la instalación de los invernaderos de la empresa Colorado Ecoterra y que ha desatado un fuerte clima de malestar en tres importantes comunidades. Un ambiente de inconformidad que podría escalar en los siguientes días si se toma la decisión –de parte de la Comisión Nacional del Agua (Conagua)– de levantar la clausura que, desde hace cinco meses, existe contra dicho centro de producción agrícola que ha puesto en grave riesgo la disposición de agua en la región.
El problema se desarrolla en tres polos: por un lado, los pobladores de San Marcos Necoxtla, San Gabriel Chilac y Altepexi han advertido que no van a permitir que Colorado Ecoterra se apodere de sus manantiales y, para ello, preparan fuertes movilizaciones que incluyen bloqueos carreteros y de la ciudad de Tehuacán.
Por otro lado, la empresa ha echado a andar una maquinaria de abogados para intentar ganar en los tribunales los amparos que permitan levantar la clausura de los invernaderos, que se impuso en abril pasado.
A los propietarios de Colorado Ecoterra –quienes son parte de la poderosa familia de la extinta empresaria Socorro Romero de Tehuacán– no les importan las consecuencias catastróficas que habría para la agricultura de la región y la dotación de agua de miles de familias con el funcionamiento de esos invernaderos, que están destinados a la producción de arándano que se exporta al sur de Estados Unidos.
Y un tercer polo, es el penoso papel del Consejo de Participación Ciudadana de Ecología de Tehuacán que, en lugar de preocuparse por la sobreexplotación hídrica que implica el funcionamiento de los invernaderos de Colorado Ecoterra y de empresas de capital chino, el presidente de dicho organismo, Héctor Veytia Pérez, está haciendo “jugosos” negocios con los invernaderos.
Veytia Pérez es quien rentó la mayor parte de las 10 hectáreas en donde se asentó Colorado Ecoterra, como parte de un proyecto trasnacional que pretende acabar abarcando 100 hectáreas, para desarrollar la producción de arándanos y otros alimentos destinados a los mercados de Estados Unidos y Canadá.
Los predios del conflicto se ubican en San Marcos Necoxtla, que es una junta auxiliar de Tehuacán, muy cerca del manantial de La Taza, que dota de agua a esta comunidad, así como a la cabecera municipal de San Gabriel Chilac.
Frente a estos polos opuestos, surge una pregunta básica: ¿y qué papel está jugando Alejandro Barroso Chávez, el presidente municipal de Tehuacán?
La respuesta es muy sencilla: su posición es guardar silencio.
Así como guarda silencio frente a muchos problemas sociales y de servicios públicos que ocurren en la segunda ciudad más importante del estado.
Barroso Chávez, quien ganó el cargo bajo el emblema de Morena, no dice nada de lo que pasa con Colorado Ecoterra.
Su actitud es como si el problema no ocurriera en la demarcación que gobierna.
Tampoco expresa nada acerca de que el presidente del Consejo de Participación Ciudadana de Ecología de Tehuacán esté “metido en el ajo” del negocio de los invernaderos, en lugar de preocuparse por los problemas del medio ambiente.
Seguramente mucha gente en Tehuacán opina que no es nada rara la actitud Alejandro Barroso, pues ha resultado ser una gran decepción como alcalde, que no resuelve los problemas, no tiene proyecto de obra pública y no se preocupa por su imagen pública.
Aunque no parece ser la explicación real de su comportamiento.
Pareciera que, en realidad, el alcalde está desarrollando un silencio cómplice.
No dice nada, no actúa en nada, todo para favorecer los intereses de la empresa que es fuente de enojo de más de 5 mil pobladores que han exigido, plasmando su firma en actas de asambleas, que Colorado Ecoterra se vaya de la región.
Colorado Ecoterra, a través del empresario Alfonso Celis Romero, sostiene que es una compañía con capital regional y que no tiene intereses extranjeros.
Eso es mentira. No lo dice este columnista, sino en la página de Colorado Ecoterra se menciona que es una compañía socia de Mastronardi Produce.
La segunda de estas compañías nació en 1954 en la comunidad de Kingsville, perteneciente a la provincia de Ontario en Canadá.
Desde entonces, Mastronardi Produce es una firma pionera en la introducción de lugares con climas artificiales para suplantar los ambientes naturales de diversos cultivos.
Actualmente, Mastronardi Produce tiene desarrollos de invernaderos en Canadá, México, Estados Unidos y Países Bajos.
Se ha especializado en la producción de tomates, pimientos, pepinos, frutos rojos y lechugas. Todo destinado a los mercados de Norteamérica.
Dato importante: Mastronardi Produce solo genera 3 mil 500 empleos.
Es un modelo de negocios y producción que utiliza cantidades brutales de agua, emplea poca mano de obra y quiebra a los pequeños y medianos productores agrícolas.
Por eso es entendible el rechazo que en el Valle de Tehuacán hay contra las empresas de invernaderos.