La coordinadora estatal de Movimiento Ciudadano en Puebla y actual diputada local, Fedrha Isabel Suriano Corrales, junto con su socio, padrino político, amigo y confidente, Fernando Morales Martínez, están metidos en serios problemas.
Sus intereses, diría yo, están en riesgo y penden de un hilo.
Porque, por su ambición desmedida, podrían pasar –en cualquier momento– de ser los mandones en su partido a los chalanes del nuevo “senador fosfo-fosfo”, Néstor Camarillo Medina, recién sumado a sus filas, tras haber saqueado al PRI poblano por cinco largos años.
Y es que está visto que las ligas, relaciones y acuerdos entre el expriista y la fuerza naranja están hechos a nivel nacional, directamente con quienes ordenan y mandan en Movimiento Ciudadano.
En lo personal, debo confesar que lamento que el senador Luis Donaldo Colosio Riojas, quien parecía ser un nuevo político serio, se haya sumado a la pantomima de Néstor Camarillo, quien ha demostrado ser todo un encantador de serpientes de la política.
Sobre todo porque ya todo mundo conoce el historial de negras acciones y traiciones de Néstor, el “senador indigente”.
Por un momento pensé que Colosio verdaderamente hacía política independiente, real, al servicio del pueblo y de los ciudadanos, pero lamentablemente veo que ya se contaminó y es más de lo mismo.
Y lo mismo sucede con Jorge Álvarez Máynez, otro priista arrepentido, quien funge como coordinador nacional de Movimiento Ciudadano desde el 5 de diciembre de 2024.
El caso es que con la llegada de Camarillo Medina a Movimiento Ciudadano, las cosas se le complican a Fernando Morales, el Bond de la política aldeana, quien recientemente ordenó, en el que dice sigue siendo su partido, que la dirigencia municipal recayera en Marco Antonio de los Santos, un cómplice de sus andadas y exproveedor del Congreso del estado.
A Fedrha Suriano, hay que decirlo, no le quedó más remedio que aceptar la imposición, avalarla y decretarla, por lo que se ha tenido que tragar completas las órdenes del que, al parecer, aún sigue siendo su jefe político.
Movimiento Ciudadano va a entrar en una peligrosa etapa con la llegada de Néstor Camarillo, quien quiere ser gobernador a como dé lugar.
Así que si el Bond poblano y la líder estatal de la fuerza naranja no se aplican, se los va a comer Néstor Camarillo, quien tiene todas las intenciones de limpiar su nombre de toda la suciedad que le volvió a caer por chaquetero.
¿Y ahora quién podrá defender a Fedrha y Fernandito de su nuevo correligionario, quien ya juró que para hacerse de la fuerza naranja en Puebla solo necesita un poco de tiempo?
Eso sí, en Movimiento Ciudadano se va a librar una guerra interna porque, como dicen coloquialmente, “perro no come perro” y tanto la dirigente naranja como el exdiputado Fenando Morales y Néstor se van a tener que enfrentar para saber quién se queda al frente de su partido.
Una pelea de cerdos contra marranos, porque cada uno tiene su larga, larga cola que le pisen.
No hay que olvidar, también, la relación que tiene Fedrha con Juan Lira Maldonado, “El Moco”, un pájaro de cuenta que intentó ser edil de Chignahuapan en los comicios pasados, con un historial criminal por su presunta participación en delitos de alto impacto, como homicidio, narcomenudeo y robo de combustible.
Además, habrá que recordar que la aún líder de Movimiento Ciudadano en Puebla también intentó proteger a los hermanos González Vieyra, Ramiro, Uruviel y Giovanni, exediles de San Nicolás Buenos Aires, Ciudad Serdán y Tlachichuca, respectivamente, actualmente detenidos por diversos delitos contra la salud, portación de armas, robo de combustible, entre otros.
¿Qué tal el nivel de relaciones de Fedrha Isabel Suriano?
Y en esas mismas anda Fernando Morales, y por default ahora Néstor Camarillo, quien gobernó en su momento Quecholac, uno de los municipios focos rojos en el robo de combustible en Puebla, y quien llega, proveniente de uno de los partido políticos más corruptos de la historia, para refugiarse en una fuerza que está recolectando la basura y los desechos de la política mexicana.
Bien dijera el clásico: “pero qué asquerosidad es esto, ¿eh?”
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