Delfina Pozos Vergara tiene casi todo a su favor para alcanzar la presidencia estatal del PRI poblano, luego de la súbita renuncia de Néstor Camarillo Medina al cargo de dirigente y su militancia priista. La legisladora local posee experiencia, aceptación de la militancia y una buena imagen, dentro y fuera del tricolor. Sin embargo, enfrenta un obstáculo que, por ahora, parece insalvable y el cual es: hay un veto en su contra de Alejandro Moreno Cárdenas, el líder nacional priista, quien a propios y extraños les ha comunicado que cualquiera pueda estar a la cabeza de dicha fuerza política en Puebla, menos la diputada en cuestión.
Oriunda del municipio de Libres, surgida de las filas de la CTM y con la experiencia de haber enfrentado dos procesos electorales reñidos, en los que no ganó, pero perdió por pocos votos, Delfina Pozos parece tener las suficientes credenciales para ser “la aspirante natural” a dirigir el PRI.
A lo anterior se debe agregar que: es la única diputada local del tricolor en Puebla y es una de las pocas voces críticas en el Congreso local; le favorece el tema de la paridad de género y lleva 29 meses al frente de la organización interna del partido, sin contar que tiene un par de meses preparándose para pelear por la presidencia del tricolor.
Además, es la única que se ha atrevido –para vergüenza de los actuales diputados de Morena y sus aliados– a denunciar los abusos de la empresa Concesiones Integrales y exigir la desprivatización del agua en Puebla.
Pese a todos esos méritos de la legisladora, el senador Alito –que es el apodo del jerarca priista– ha utilizado una de sus frases clásicas: “aunque pase por encima de mi cadáver”, Delfina Pozos no va a dirigir al partido.
Nadie puede explicar a qué se debe esa animadversión de Alito contra Pozos Vergara. No se sabe si hay un pleito personal entre ambos o solo diferencias políticas.
Sorprende ese veto, luego de que hace 29 meses el dirigente nacional estuvo de acuerdo en que esta mujer asumiera el cargo de secretaria general del PRI poblano y ocupara la posición que abandonó Isabel Merlo Talavera, quien traicionó al tricolor y se pasó del lado de la 4T para que la nombraran secretaria de Educación en el Gobierno estatal.
Desde finales de 2024, cuando en el Comité Ejecutivo Nacional (CEN) del PRI se examinó el caso de Puebla para determinar la posible fecha de renovación del Comité Directivo Estatal (CDE) del partido, Alito sin ningún empacho lo dijo en varias ocasiones: que Pozos no va a ser aceptada de ninguna manera como cabeza del CDE.
Se sabe que esa definición llegó a oídos de los llamados “Los Lenchos”, es decir de Lorenzo Rivera Sosa y Lorenzo Rivera Nava, quienes son padre e hijo, respectivamente, además de que son los caciques de Chignahuapan.
Esa situación motivó a los Rivera a buscar a Alito para negociar que a ellos se queden con el control del CDE poblano.
Entre enero y febrero de este año, Moreno Cárdenas les dio “luz verde” a los Rivera, por lo que desde esa fecha ambos personajes andan presumiendo que pronto van a regresar a mandar en el PRI.
Néstor Camarillo Medina que, siempre fue un priista leal a Alejandro Moreno Cárdenas, en varias ocasiones le expuso a Alito que no iba a tolerar que el partido pasara a control de “Los Lenchos”, quienes son dos figuras negativas dentro y fuera del instituto tricolor.
Prueba de ello es que en el pasado proceso electoral, los Rivera fueron derrotados, por no decir humillados, luego de que padre e hijo compitieron para que uno fuera alcalde y el otro diputado local, bajo la lógica –que ambos personajes sostienen– de que en la región de Chignahuapan solamente ellos pueden ocupar cargos políticos de relevancia.
Al final, Alito determinó: Delfina Pozos no será aceptada como presidenta del PRI poblano y, al mismo tiempo, los Rivera tendrán todas las facilidades para llegar a la cúpula del priismo poblano.
De nada sirvió la lealtad de Camarillo Medina.
Ni los malos resultados electorales de “Los Lenchos”.
Y tampoco los factores positivos de Delfina Pozos.
Por ahora, los planes de Moreno Cárdenas son favorables a los caciques de Chignahuapan.
Esa posición llevó a la decisión extrema de Néstor Camarillo de renunciar a la presidencia del CDE del PRI poblano, a cesar su militancia priista y a abandonar al grupo parlamentario del tricolor en el Senado de la República.
¿Qué pesó tienen las definiciones de Alito? Tienen todo el peso, ya que el dirigente del PRI nacional es un autócrata y por eso no escucha razones.
Solo Alito toma decisiones en el CEN priista.
A veces escucha a Rubén Moreira, el exgobernador de Coahuila.
Queda claro que solo protege sus intereses personales.
Que no le interesa el futuro del PRI.
Si le interesara el bienestar del tricolor, no habría dejado ir a Néstor Camarillo, uno de los pocos líderes de oposición en Puebla.
O dejaría pasar a Delfina Pozos.