Aunque falta un lustro para la sucesión en la gubernatura de Puebla, el senador morenista Ignacio Mier Velazco ya enfrenta un escenario totalmente adverso, complejo, casi insalvable, para colocarse como aspirante de la 4T para contender por la titularidad del Poder Ejecutivo en 2030 y evitar que su carrera política llegue a su conclusión en ese año.
Juegan en su contra una serie de factores que van mucho más allá del debate de que si lo alcanza o si libra las restricciones de la Ley Contra el Nepotismo Electoral, sino tiene que ver con una serie de factores que viene arrastrando, como es enfrentar un supuesto veto desde Palacio Nacional, la mala imagen que le dan algunas malas compañías y hasta haberse quedado sin su equipo de trabajo para recuperar la popularidad que registró hace más de un año.
Dicho de otra manera, el señor Morenacho –que era su mote de campaña– está al borde del desahucio político-electoral.
Una situación en la cual pareciera que su carrera política ya tiene fecha de caducidad: que es no pasar de la elección de 2030, año en que concluye su periodo como senador y no tendría posibilidades de alcanzar, a través de la 4T, el tan ansiado cargo de gobernador de Puebla.
El único escenario que le queda explorar a Ignacio Mier Velazco es buscar convertirse en candidato de un partido de oposición a las fuerzas aliadas de la 4T. Y aún no está claro si eso le evitaría librar la norma antinepotismo.
Es decir, tendría que sopesar el seguir la misma ruta que usó Rafael Moreno Valle Rosas, quien pese a ser parte de una familia de abolengo priista, rompió con el PRI un año después de no alcanzar la gubernatura de Puebla en la sucesión de 2004, la cual ganó Mario Marín Torres, el llamado “góber precioso”.
Solo que hay una diferencia abismal, ni el PRI ni el PAN –por ahora– garantizan un riesgo para Morena y sus aliados. Tendría que acontecer un “tsunami político” como el ocurrido el 14 de febrero de 2006, cuando el escándalo del Lydiagate destrozó la imagen del tricolor y le dio la oportunidad a Moreno Valle y el panismo nacional de negociar con el entonces gobernador Mario Marín la entrega del Poder Ejecutivo al albiazul y al morenovallismo.
Sheinbaum le cerró las puertas de Palacio Nacional
Sin duda alguna, el problema inmediato que enfrenta Mier es que él mismo votó por la Ley Contra el Nepotismo Electoral que impide a cualquier familiar –de hasta cuarto grado– del gobernador Alejandro Armenta Mier ser candidato para sucederlo en la titularidad del Poder Ejecutivo en los comicios de 2030.
Mier quiere demostrar que es primo en décima generación de Alejandro Armenta Mier, para salir de las restricciones de la Ley Contra el Nepotismo Electoral.
Si lo logra hacer, no habría salvado el principal obstáculo que enfrenta y que se llama: la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo.
El problema de fondo se debe a que al señor Morenacho le fallaron los oráculos políticos cuando fue coordinador de la fracción de Morena en la Cámara de Diputados, a lo largo de la mayor parte del sexenio obradorista.
Mier, en un primer momento, creyó que el sucesor del presidente Andrés Manuel López Obrador iba a ser Marcelo Ebrard Casaubon, quien en el sexenio anterior era el secretario de Relaciones Exteriores.
Luego cambió de bando y se entregó a los intereses políticos de Adán Augusto López Hernández, desde que este último era secretario de Gobernación y después cuando dejó ese cargo para buscar ser el aspirante presidencial de la 4T, que acabó siendo una empresa catastrófica para el también exgobernador de Tabasco.
El problema no es el tema de las simpatías que en su momento tuvo Mier hacia los aspirantes equivocados, sino que desde la Cámara de Diputados se propuso contribuir a una serie de campañas bien orquestadas que tenían como propósito evitar que Claudia Sheinbaum Pardo fuera la candidata presidencial, razón por la cual hubo importantes bloqueos presupuestales y políticos contra la morenista cuando era jefa de Gobierno de la Ciudad de México.
Esa fue la razón por la cual Claudia Sheinbaum evitó todo contacto directo con Ignacio Mier cuando alcanzó la candidatura presidencial y el segundo de ellos, de manera constante, estuvo “tocando la puerta” de la morenista para abordar sus aspiraciones a ser el abanderado de la 4T al Gobierno de Puebla.
Al final fue aspirante al Senado por las reglas hubo en el proceso de elección de los candidatos a gobernadores, de dar posiciones electorales a los que quedaran en los segundos lugares de los procesos de selección, que fue el caso de Mier Velazco, quien fue vencido por su primo Alejandro Armenta Mier.
Una segunda razón por la cual se le dejó llegar a la Cámara alta es que Mier era parte de la “cuota” de posiciones que negoció Adán Augusto López Hernández cuando perdió “la cerrera presidencial”.
Y ahora López Hernández está “con un pie fuera” del liderazgo morenista en el Senado de la República, por el escándalo de La Barredora, que es el grupo criminal que creó desde Tabasco su exsecretario de Seguridad Pública, Hernán Bermúdez Requena.
Por eso, todo lo que tiene que ver con Adán Augusto López Hernández empieza a “estar apestado”. Un problema que arrastra a su pupilo en Puebla: Ignacio Mier Velazco.
Sin contar con que se dice que el veto en su contra desde Palacio Nacional sigue firme.