Josip Broz “Tito” es, sin duda, uno de los grandes personajes del siglo XX, el hombre que liberó, creó y mantuvo unida a Yugoslavia hasta su muerte ocurrida en 1987.
La desaparición del genio militar y político que era “Tito” provocó un caos en siete diferentes naciones que solo él pudo unificar: serbios, croatas, macedonios, bosnios, eslovacos, montenegrinos y kosovos. De inmediato, proclamaron su independencia para constituirse en repúblicas independientes. Ese proceso de separación y la posterior lucha entre diferentes pueblos que alguna vez fueron parte de un país es lo que se conoce como “balcanización”.
A inicios de los noventa, estos pueblos tan diferentes entre sí, pero unidos por un solo personaje, iniciaron una guerra entre ellos terrible, llamada la guerra de los Balcanes. Por la zona geográfica en la que se desarrolló, fue dura y muy cruel.
Todo esto viene a colación por el momento que hoy vive Morena, el partido hegemónico en el país y cuya fusión se dio a través de la figura de un gran caudillo, Andrés Manuel López Obrador, quien logró sumar intereses tan disímbolos que hoy, tras su ausencia, parecen ya no estar cohesionados.
En varias ocasiones lo he señalado, Morena se asemeja a una “Torre de Babel”; estaba construida por varias naciones, pero ahora al parecer cada uno ha comenzado a hablar diferentes “idiomas”, por lo mismo es difícil mantenerse cohesionado y en sintonía.
Morena atraviesa por su primera gran crisis institucional la cual se advertía que iba a ocurrir, tras la salida de López Obrador de la Presidencia de la República y la creación de diferentes grupos o al menos de dos muy visibles, el de la actual mandataria Claudia Sheinbaum y los que siguen siendo leales al expresidente.
El choque de trenes entre ambos grupos ya es evidente y tiene su epicentro en el seno del propio partidazo, en donde la dirigente nacional de este partido, Luisa María Alcalde, quien mañana estará en Puebla, tiene la encomienda directa de hacer a un lado a Andy López Obrador, el hijo del expresidente, defenestrado tras su viaje a todo lujo por el país del sol naciente.
El programa de afiliación tiene la intención de formar una nueva estructura, una que sea propia de la presidenta y no del exmandatario, como sucede actualmente.
El problema es que la figura de López Obrador es tan fuerte, que eso y el poder, es lo único que parece cohesionar todavía a este movimiento, en donde comienzan a tratar de purgar a personajes como el incómodo Andy López Beltrán, al no menos incómodo Adán Augusto López, a Ricardo Monreal y su familia, quien al parecer no aprendió nada de lo ocurrido en la derrota de su hija Caty cuando contendió contra Alessandra Rojo de la Vega por la Alcaldía Cuauhtémoc en la Ciudad de México.
Todos los movimientos revolucionarios pasan por estos procesos que hoy vive Morena, la “depuración” de cuadros sucedió tanto en la revolución francesa como en la mexicana y luego en la rusa, en estas dos últimas los asesinatos de los principales cuadros detractores fueron la solución ideal para deshacerse de los personajes “incómodos”.
El proceso de balcanización de Morena, en donde ya se comienzan a conformar diferentes grupos, tiene un elemento que también será muy importante medir más adelante: los gobernadores emanados de este partido y sus satélites, los cuales son 24 en el país y luchan también por tener el control de sus respectivas demarcaciones, como los antiguos señores feudales.
López Obrador los mantuvo bajo su control a todos, centralizando hasta el último momento todas las decisiones, pero era el inicio de este movimiento, el cual hasta antes de 2018 no gobernaba absolutamente nada.
2027 será la gran prueba de fuego para poder medir el poder de los gobernadores, hasta ahora se advierte que la presidenta Sheinbaum los quiere mantener bajo el mismo yugo en el cual los tuvo López, pero en un año y medio se renovarán 16 de las 32 gubernaturas que existen en el país, exactamente la mitad.
Los gobernadores sin duda van a querer también dejar a sus respectivos sucesores, de ahí que cada uno de ellos quiera tener el control de los comités estatales y ahora de la estructura a través del programa de afiliación, lo cual no es bien visto por la presidenta, quien ha encomendado a la dirigente nacional, Luisa María Alcalde, el no dejar el control de las estructuras en manos de los mandatarios.
Lo que se viene al interior de Morena, aderezado por las presiones que ejerce el gobierno del presidente Trump, pronostica días difíciles para el partido hegemónico, el cual lo único que tiene aún a su favor es que no existe oposición en México.
Hasta las plumas, propagandistas, influencers y porristas de la 4T parecen estar ya divididos, unos a favor de la presidenta Sheinbaum y otros, pero ya muy pocos, a favor de López.